Capitulo 3

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Hacía falta mucho para dejar atónita a Alex, pero Tobin había conseguido desconcertarla completamente la noche anterior.

Mientras se tomaba el primer café de la mañana, sentada en el porche, recordó todo lo ocurrido en el restaurante. No estaba segura de qué la había sorprendido más, si la respuesta física que había experimentado hacia Tobin o descubrir que tenía parte en los caballos del rancho.

Dado que lo último resultaba muy amenazante para su equilibrio personal, decidió enfrentarse a ello en primer lugar. ¿Por qué se había sorprendido tanto? ¿Sería porque Ash no lo había mencionado o porque Tobin era mucho más que la empleada del rancho? ¿Significaría aquello que no era más que una esnob, la niña mimada que Tobin la había acusado de ser?

No, imposible.

Siempre se había llevado bien con todo el mundo y había respetado a las personas por quienes eran, no por su trabajo. Aquello era algo que había hecho desde niña, cuando trabajaba en el rancho de su padre, e incluso en los estudios de Hollywood.

Aquello significaba que el modo en que había reaccionado hacia Tobin se había visto influido por su actitud, no por su posición.

Aquel análisis la alivió profundamente, aunque solo significara que no le debía una disculpa inmediata.

Con respecto al otro asunto, el modo en que su cuerpo había reaccionado cuando Tobin le había besado los nudillos. Al notar el roce del muslo de ella contra el suyo. Al ver la intensidad de su mirada. Seguramente debía tener una explicación sencilla. Su reacción había sido completamente desproporcionada con la importancia de los incidentes.

La habían besado apasionadamente en la pantalla y no había significado nada.

Aquello tampoco. Sin embargo, no podía ignorar que el ligero roce de sus labios le había subido la tensión hasta la estratósfera.

¿A qué se debía?

Seguramente era soledad. Se debía a la ausencia de una relación importante en su vida. A la falta de sexo. Mientras todas sus amigas estaban apasionadamente enamoradas del amor de su vida. Con todo lo ocurrido durante el año transcurrido desde la fiesta de antiguos alumnos había sido más que suficiente como para que una mujer segura de sí misma se viera poco atractiva o deseable.

No obstante, ella estaba mandando deliberadamente señales de «mantenganse alejados» a todos los que buscaban un amorío. Tobin había sido la primera en ignorarlas, tal vez incluso en considerarlas un desafío.

Igualmente, ella había estado jugando con Alex.

Quería que comprendiera algo. Tratar de averiguar de qué se trataba la había tenido en vela toda la noche. Le daba la extraña sensación de que todo había sido una advertencia, no solo un bálsamo para su muy crecida autoestima.

—¿Vas a quedarte todo el día sentada aquí o tienes intención de honrarnos con tu presencia en el corral? —le preguntó Tobin, acercándose a ella por detrás.

—Me gustaría que dejaras de acercarte a mí sigilosamente.

—Oye —dijo ella, con aspecto molesto—que he llamado a la puerta de la cocina. Cuando nadie me respondió, entré y llamé. Entonces, te vi aquí fuera y salí a buscarte. No creo que eso pueda calificarse como sigiloso.

—Lo que sea.

—Bueno, ¿qué? ¿Vas a trabajar hoy?

—En cuanto me termine el café. Además, solo puedo pasar una hora más o menos con Medianoche.

Estrella Oculta (Cinco Amigas 04)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora