Sweet Devil (KookV)

7. Eucaristía

"¿El fruto prohibido fue una manzana?...tal vez pudo ser un mango"

El corazón de Jungkook latía frenético cuando abrió la puerta de la iglesia, no había querido ir a casa luego del encuentro con el extraño omega en el parque. Tembloroso se sentó en la butaca más cercana mientras trataba de estabilizar su respiración.

Omega.

Susurraba su lobo, podía aún sentir el olor a manzanas en el aire a su alrededor y con verdadero terror llevó su camisa blanca a su nariz para comprobar la verdad de que la fragancia estaba impregnada en ella, los nervios lo atacaron, sus manos sudaron si su padre llegaba a descubrirlo usaría el látigo especial con él.

No sabía que hacer, no podía solo llegar y pasar de largo. Si se escabullía y su madre lo veía, entonces iría y le contaría a su padre, el castigo por mentir sería aún más terrible que la purificación. Su lobo corrió asustado en su interior.

-¿Te encuentras bien jungkookie?- de pronto la voz suave de una persona lo hizo brincar del susto, fijando sus luceros de incertidumbre sobre el alfa que le hablaba.

Y se calmó al ver a la persona, solo era Jin hyung, el que se encargaba de la iglesia. Bajó la cabeza no mirando al alfa contrario a los ojos.

-Y-yo si...estoy bien- murmuró. La expresión del mayor no se relajó.

-No parece Jungkook, soltaste muchas feromonas de miedo, si te sucede algo puedes decirme- el mayor puso sutilmente la mano sobre el hombro del pequeño alfa.

El azabache abrió la boca para decir de nuevo que estaba bien, pero lo pensó. Kim Seokjin era una de las pocas personas del pueblo que no iría y le contaría a su padre que estuvo hablando con un omega hombre, ni tampoco que tenía un fuerte olor dulzón en su ropa por la cercanía.

-Yo...podría usar la ducha de la iglesia - Jin se sorprendió por un segundo ante la petición más sonrió para darle confianza al menor, afirmando.

-Claro, sigueme-

Las duchas de la iglesia solo eran utilizadas por su padre y los altos cargos cuando terminaban las misas, su padre solía decir que al pararse frente a pecadores a hablar su cuerpo se ensuciaba con sus fechorías, por eso cada día después de un sermón se daba un baño. El cuarto de baño no era muy grande, solo un pequeño espacio pintado de blanco con una ducha con paredes de cristal.

Jin no le preguntó nada solo le dijo que tomara su tiempo y que le traería ropa limpia para que se cambiara.

Lo agradeció.

Cuando se quitó todo vio con tristeza los grandes verdugones morados, negros y verdes que tenía en las costillas, por el dolor podía intuir que también estaban en su espalda, con un suspiro se acercó a la llave de la ducha y la abrió regulando la temperatura. El agua chocó con sus hombros como un forma refrescante y estabilizadora de toda la tensión, sus ojos picaron, miró al techo y la primera lágrima se deslizó por su mejilla confundiéndose con el agua.

Omega.

Volvía a susurrar su callado alfa. El terror se incrustó en su pecho como un puñal agónico al percibir lo que su lobo trataba de decir.

Omega.

Un omega.

Su Omega.

Una arcada lo azotó de pronto, al pensar en lo que podía llegar a hacerle su padre si llegaba a enterarse. Su progenitor era un alfa criado en el seno de un antiguo clan religioso de lobos, para ellos que un omega hombre fuera un destinado era la mayor aberración, blasfemia contra dios y contra la diosa que le dio la vida a los cambia formas aunque no lo dijera en voz alta, sabia que su padre miraba con asco a las parejas de dos hombres más no le interesaba si ellos no eran de su familia. Su cuerpo volvió a temblar.

Jungkook es su hijo.

Sus lágrimas descendieron esta vez de pánico y maldijo a su lobo, por primera vez maldijo ser un alfa con un lobo tan débil, increíblemente débil, que eligió a un omega hombre como pareja, su pareja para toda la vida.

Se cubrió el rostro desesperado y se dejó caer sobre el piso de la ducha con una mueca de dolor, sintiendo como sus heridas se abrían y el líquido carmesí se combinaba con el agua.

Dios tiene formas extrañas de actuar, Jungkook esperaba que su penitencia por haber desobedecido no tuviera resultados aún más catastróficos.