Parte 30

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Ya no hay más lágrimas, mis ojos se han secado totalmente, siento que mi cabeza va a explotar, no sé cuanto tiempo tengo llorando, el ardor en mis ojos es insoportable.

Pero sin embargo, el dolor sigue como flama infinita en mi pecho, todavía no lo puedo creer, mi mente se niega a creer que Ian este muerto, tan solo de recordar como murió en mis brazos, se me rompe el corazón.

Mis manos van a mi cara, y gemiqueo.

Todo se ha ido a la mierda, no me importa si Ian me mintió, si me usó, total, al final todo era para vengarse de Kendall. Él también estaba atrapado como yo, lo triste de todo esto es que no pudo ser libre, no pudo volver a ver a su madre.

Y yo ya no tendré a alguien que vaya hacia mí cada vez que este sola.  Pongo mis manos en mis muslos. 

Miro la hora y me sorprendo al ver que son las dos y media de la mañana, para lo que fue solo minutos para mí, en realidad han pasado horas. Ya no sé que hacer, la única alternativa para salir de aquí era ganarme la confianza de Kendall, y todo se arruino, o mejor dicho jamás iba a funcionar, ya que Kendall me dejó muy en claro que no lo podía engañar.

En resumidas cuentas al final, la engañada fui yo.

El azote de la puerta me saca de trance, mi atención va a Kendall quien entra desabrochándose la camisa, lo escucho suspirar y se acerca a  mí mientras se saca la camisa y la tira a un lado de la cama. En el momento que nos miramos, no puedo suprimir el odio y el rencor que siento.

Él también me mira serio, su mirada se profundiza, sus ojos grises se ven totalmente negros por la oscuridad, a penas la luz de la noche que se filtra por el ventanal da un poco de claridad.

He dejado el ventanal abierto, así que mi piel se pone de gallina cuando una brisa helada sopla, ya que me había puesto una pequeña bata para dormir, creyendo que está noche podía dormir después de todo lo que ha pasado.

—¿Por qué no duermes? —es lo primero que dice.

Lo miro con sarcasmo, no puedo creer que en realidad este preguntando eso.

—Vaya sí, cómo es posible que ahora mismo no me encuentre durmiendo plácidamente a pesar de que estoy viviendo en el mismo infierno, y que a mi lado tengo al diablo en persona  —respondí con tanta dureza, cerré mis manos en puño clavando mis uñas en la carne blanda de mis palmas.

Kendall se apartó unos cuantos pasos y luego comenzó a quitarse el pantalón.

—No fue mi culpa —murmura bajo—, así que deja de echarme siempre la culpa a mí.

Me levanto de la cama ofendida, enserio este hombre tienes dos canicas bien grande,  mi rabia se encendió como si solo se tenía que oprimir un botón.

Me encamine a Kendall y lo empuje cuando terminó de quitarse el pantalón.

—¡Eres un hijo de perra, como te atreves a decir eso! —le grite cuando se giro y me dio  el frente.

Me mira impaciente, y su cuerpo tiene una postura rígida. pero puedo notar que esta tratando de controlar sus impulsos.

—Lady Di, cálmate  —su voz se escucha algo automática. 

—¡Lo mataste, y ahora dices que no es tu culpa, sé hombre por una vez en tu vida! —las lágrimas que creí que ya no tenía se acumularon en mis ojos.

Kendall levantó la mano, iba a golpearme, pero se detuvo, su mirada luce arrepentida, niega con la cabeza y baja la mano.

Pero esto no me intimido, al contrario subió mi cólera un poco más de tono. Me acerco a él y tomo su mano y la pego a mi rostro.

Sobreviviendo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora