Capítulo 17

11 4 7
                                    

 La chica estaba sentada en la cama, mientras que Oliver sacaba de un cajón del escritorio una caja pequeña y blanca, el chico sacó de la caja además un colgante dorado que tenía el dije de una flor del mismo color una pulsera plateada, Susan ahogó una expresión y estaba emocionada sin poder fingir porque jamás había sucedido algo similar en su vida, ella corrió su cabello para que el muchacho le colocara el colgante, el morocho se colocó detrás de ella y le puso el collar acariciando su cuello con sus dedos en el proceso.

 La rubia se giró para verlo a los ojos y dejó un beso en sus labios haciendo que Oliver acariciara su cintura haciendo que un frío le recorriera el cuerpo, a pesar de que era verano, ella sentía frío, una sensación que nunca antes había sentido, una sensación de que no pertenecía y empezando a sentir miedo, sabía que debía tomar sus pastillas porque en ese momento sentía que podía llorar, su cuerpo no era suyo puesto que su mente tampoco lo era y sus pensamientos menos.

 Susan pidió que la llevara a casa, el chico la miró pensando que hizo algo mal pero ella simplemente no se sentía bien en ese momento, Susan se levantó y bajó las escaleras junto con el joven, sentía su cuerpo liviano porque ella ya no estaba en él pero los padres del chico se despidieron de ella sin prestar atención porque Susan no los escuchó, se sentía como si estuviera en una gran pecera donde los ruidos no podían entrar.

 Cuando estaba en la camioneta de Oliver, miraba por la ventanilla pero en realidad no miraba nada, tenía la vista en un punto fijo y estaba distante, su mente estaba en blanco y el muchacho hablaba y pedía disculpas por si hizo algo mal pero él no entendía lo que sucedía con Susan, la chica se quedó en un estado catatónico por un segundo, le costaba demasiado escuchar lo que él decía, no sabía en qué lugar estaba.

 Cuando llegaron al edificio de la muchacha, ella pidió como pudo ayuda para subir hasta el departamento pero observando a Oliver, entraron encontrándose con las chicas en la cocina, ellas se quedaron viendo a Susan, Cassie sabía lo que había que hacer y ya le sucedió antes, cuando tenían sus primeros meses de convivencia, los tres recostaron a la rubia en su cama y Cassie buscó en el escritorio de la rubia la receta de la farmacia de Susan.

 Pasaron unas cuantas horas y la chica despertó encontrándose con su habitación iluminada con la luz del sol, una mano le ofrecía un vaso de agua y sus pastillas, la rubia las recibió tragándolas junto con el agua, sin saber de quién era esa mano.

 -¿Esto ya te había pasado antes?-Preguntó la voz masculina.

 -¿Qué sucedió?-Preguntó Susan.

 -Estabas rara.

 -¿Oliver?

 -Sí, soy yo.

 -Lo siento.

 -¿Por qué?

 -No tuviste que verme así, perdida, ningún chico me ve de la forma en la que tú me miras y me sentí tan miserable en mi propio cuerpo.

 -Pero no eres miserable.

 -Ahora que lo pienso, lo soy de alguna forma, soy una chica con una mente dañada que no puede superar su pasado.

 -No tienes que superar tu pasado, puedes aprender de él.

 Susan no hizo caso a las palabras del morocho, volvió a la cama y cuando él se quiso acostar junto a ella, Susan solo generó un ruido con su garganta y se alejó del morocho pidiendo tiempo a solas de una manera brusca porque necesitaba su espacio, el chico chasqueó la lengua y la dejó sola en su habitación, Susan no derramó ni una lágrima porque su cerebro ya no estaba en blanco tratando de adaptarse porque estaba analizando su habitación con la mirada, estaba en la oscuridad y llena de ruidos.

Ningún ChicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora