Un muñeco para Kacchan

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De: Takito

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De: Takito.

Para: Rasec124

1965

Shizuoka, Japón.

-¿Por favor háblame?

Mitsuki Bakugou acarició la mejilla de su hijo de tan solo seis años. Su niño rubio de ojos rojos como los de ella comenzó a rascarse efusivamente el brazo.

-¿Katsuki puedes decir mamá?

La mujer insistió con lágrimas trabadas a orillas de sus ojos y detuvo a su pequeño de rascarse. El niño de cabello de estrella bajo la cabeza y miró sus calcetas verdes en el tatami. Su madre sonrió a su hijo con angustia en el rostro mientras las lágrimas caían.

-Cariño, tienes que hablar con mami... El hombre malo se ha ido. No volverá, amor.

La mujer abrazó a su hijo. Hace seis meses un hombre se había llevado a Katsuki del parque, tres días estuvo desaparecido, tres días estuvo con él y después de esos tres días Katsuki regresó para su sexto cumpleaños con rasguños en sus brazos y un silencio permanente. Katsuki soltaba gruñidos, balbuceos en voz baja y señalaba las cosas como un niño de tres. Mitsuki se culpaba por no proteger a su bebé de las cosas que pudo haberle hecho ese hombre que nunca encontraron.

-¡Sé que puedes hablar, Katsuki! ¡Habla con mamá! -La mujer sollozó mientras su hijo permanecía en silencio, rígido y estático.

Los días pasaron. Katsuki sentado en el tatami de la sala observaba afuera el movimiento del jardín, la nieve cayendo y cubriendo de blanco el césped y el cómo goteaban las estalactitas de hielo que colgaban del techo. Su cuerpo estaba ahí sentado con sus piernas y brazos rectos como si fuera un muñeco de porcelana con ojos vacíos.

Mitsuki intentaba que Katsuki volviera a ser un niño normal, que parloteara, corriera, brincara e hiciera travesuras; compraba miles de juguetes, carros, osos de felpa, juegos de tablero, triciclos, pelotas. Todos eran de colores vibrantes, bellos, sin ninguna grieta, totalmente inmaculados. Cualquier niño envidiaría obtener uno para navidad excepto Katsuki quien arrojaba los juguetes fuera de su cuarto como si los odiara.

Katsuki no reaccionó hasta que un día de octubre. De regreso de la escuela a casa un juguete inesperado vino a él. Detrás de un camión recogedor de basura cayó un muñeco a la calle. El muñeco era de madera, de cabello de estambre verde, llevaba una expresión sonriente y puntos dibujados en las mejillas. Katsuki y su madre pararon por la sorpresa.

Katsuki lo observó. El muñeco miraba hacia su dirección de costado, tenía casi su tamaño y como era de esperar sus ojos verdes de canicas se mostraban fríos y vacíos. El pequeño abrió la boca interesado al verlo desnudo con los brazos rígidos y cortados con una navaja que parecían rasguños como los suyos. Y notó en su entrepierna lisa un feo rayón color rojo.

ᴍᴇʀʀʏ xᴍᴀsʜ! | ᴏɴᴇsʜᴏᴛsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora