Nieve Derretida

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De: Takito

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De: Takito

Para: moninaCtm

Esa noche los ojos rojos de Kacchan parecían gruñir dirigidos a un punto verde en la distancia. La nieve se pegaba a los pinos a orillas de la carretera y su cigarrillo se consumía entre sus dedos pálidos. El apuesto rubio tenía una diadema de reno de nariz roja que recogía su explosivo cabello dejándole libre la frente. Era víspera navideña y el frío se colaba en su viejo remolque donde se encontraba. Impaciente esperaba en el asiento del piloto una nueva cajetilla de marlboro y a su estúpido novio que se hallaba dentro de la tienda de la gasolinera.

Afuera de su cacharro la neblina cruzaba por la carretera y la nieve seguía cayendo sobre el bosque de pinos. En el espejo de los laterales se reflejó las luces de la ciudad de la cual acababan de fugarse por amor. Bakugou era el típico chico malo fuck boy que se enamoró de un chico nerd de anteojos gruesos y cabello de arbusto. Él día que decidió "robar" a su nerd había dicho a Midoriya que harían lo de "Romeo y Julieta" le apretó la muñeca, lo jaló hacia él y le dio un tremendo beso que hasta su lengua probó el katsudon de su suegra que Izuku tenía en la boca.

El rubio tamborileó un par de dedos en el volante mientras que le daba otra calada a su cigarrillo. Vio a través de la ventanilla al chico de cabello verde y ondulado hablando con el dependiente, llevaba más de dos minutos conversando con aquel chico alto y bien parecido de pelo rojo y blanco.

-Ya veras, nerd -gruñó y el ceño se arrugó más de lo usual.

No alcanzaba ver claro pero notó una sonrisilla entre ambos y un guiño raro con el dependiente.

-Mueve tu culo y deja de coquetear, infiel de mierda -dijo y volvió a fumar.

Midoriya entonces sacó un revolver y gritó al dependiente. A lo lejos sus dedos temblaban por el arma de muerte en su mano derecha. El dependiente sacó nervioso todo el dinero de la caja y Midoriya agarró el montón del estante y lo guardó en una bolsa de plástico negra, sin olvidar la cajetilla de cigarros que su novio le encargo; paso seguido, corrió con el corazón acelerado y el rostro pálido.

-¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Lo hice! -dijo el chico nerd cuando llegó al remolque y azotó la puerta.

Enseguida las llantas rechinaron, tambaleó y cayó por el movimiento brusco de la aceleración.

-¿Qué tanto hablabas con ese marica! -Bakugou gritó desde el volante pisando con fuerza el acelerador.

Midoriya era su nerd, suyo y de nadie más. Lo amaba locamente porque fue el hombre que se acercó a conocerlo a pesar de las advertencias de sus amigos y familiares sobre no meterse con un chico malo, lo deseaba tanto porque a Midoriya no le importo entregarle su culo virgen en un deshuesadero donde Bakugou vivía con su vieja a quien le robó el remolque. A los ojos del rubio eran la historia Shakesperiana del amor que es prohibido por todos y que triunfa sin la pendejada del veneno y el suicidio.

-¡Ah! ¡Kacchan para! -Midoriya rebotó entre las cosas cayendo.

-¡No voy a parar, imbécil! ¡La policía nos encontraría! ¡Ademas dime que te dijo ese hijo de puta para que le sonrieras! ¡Si me estás engañando!

-¡No, Kacchan! -dijo sumiso el nerd el cual veía borroso por que su novio le dijo que sin sus anteojos se veía más lindo y los lanzó por la ventana.

-¡Si como no! ¡¿Te gustó ese afeminado, verdad?!

-¡Por dios! ¡Acabo de robarle como crees que yo estaría pensando en eso...

Midoriya no solo le fallaba la vista, estaba ciego de amor.

Le había dicho a sus amigos de la preparatoria que el chico rudo tenía un lado sensible y cuando veían dedos que quedaban marcados en sus brazos por tanto jaloneo lo justificaba diciendo: "Es que si se encela es porque le importo". A pesar de los obstáculos, el amor del chico malo y el nerd se había realizado, estaban juntos y pasarían su primera navidad lejos de todos.

Bakugou entró a una carretera poco transitada que cruzaba el bosque de pinos, pisó freno sin importar si Midoriya se golpeara y se quitó la punta del cigarillo marlboro de la boca.

-¿Querías irte con él, verdad? -dijo aun con la simpática diadema de reno en su cabeza.

El explosivo rubio agarró el antebrazo de su nerd que si hubiera tenido la piel descubierta hubiera apagado su cigarrillo en ella para castigarlo de sus infidelidades como siempre. Lastima que la nieve caía y se amontonaba como bolas de hielo y el suéter feo de Rodolfo se lo impidió.

-¡No, Kacchan, yo te amo! -Midoriya dijo dulce y ese suéter de reno que usaba para ir combinado con la diadema de su novio lo comprobaba.

Bakugou celoso lo beso grotesco, apretó sus mejillas y sus labios se hincharon como un lindo pescado y le metió la lengua. Luego le sacó el revolver del bolsillo y le quitó el dinero del botín y sonrió al ver su contenido tendrían dinero para una romántica cena navideña.

-No me hagas sentir así de nuevo -dijo el rubio y unas lágrimas temerosas se atoraban a orillas de sus ojos por creer que su nerd se fugaría con otro -Te amo, Deku.

Midoriya sonrió de oreja a oreja su novio era tan sensible. Entonces Bakugou lo beso violento, metió una pierna entre las suyas y se frotó hasta ponerse duro, lo tiró en el reducido piso del remolque, le bajó los pantalones a pesar que el frió exterior entraba por las rendija de la puerta, sin embargo lo amaba y le dejo puesto el suéter del reno de nariz roja. Enseguida abrió las piernas cortas de Midoriya y lo penetró sin lubricación.

-Ve despació -se quejó mientras el frío piso lo estremecía.

-Así no me gusta a mí.

Bakugou lo embistió.

Lo jodió y jodió hasta que la diadema de reno se le cayó de la cabeza y lo jodió todo lo que quiso ignorando sus diminutas quejas hasta inyectarlo con su semen como pavo de navidad mientras el nerd se colgaba en su cuello y fantaseaba con su final feliz donde el chico malo cambia por amor al chico nerd.

Al terminar y descansar Bakugou se sentó con el pantalón media abierto en un asiento alargado que se usaba como cama y desesperado buscó en la bolsa del botín esa cajetilla de marlboro que encargo pero cuando vio la marca camell le arrojó la caja en la cara a su novio semidesnudo que aun se recuperaba del desenfreno en el suelo.

-¡Si la próxima vez traes la cajetilla equivocada te obligare a fumarla y apagare todos los cigarrillos en tu otro brazo, ¡entendiste! Ahora ven y siéntate que te quiero culear más.

Midoriya asintió tocándose el brazo izquierdo donde debajo del suéter, a lo largo, tenía cicatrices de cigarrillo por cada vez que Bakugou se ponía celoso. Después de endurecer a su novio con su boca, se sentó en su regazo dándole la espalda y se introdujo el pene y movió su cadera mientras observaba la nieve caer por la ventanilla delantera entonces soñó en el día en que su chico malo se transformaría en un príncipe azul quizás cuando pase la navidad, llegue la primavera y la nieve se derrita...

-Fin-

ᴍᴇʀʀʏ xᴍᴀsʜ! | ᴏɴᴇsʜᴏᴛsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora