Luz corría lo más rápido que sus piernas le permitían. La campana del instituto había sonado, y un instante después había salido disparada como si un perro de tres cabezas estuviese tras ella. Estaba tan emocionada que no había parado de sonreír durante toda la mañana. Todos la miraron raro, pero eso no le importó en lo más mínimo.
No podía creer todo lo que había pasado la noche anterior. Todo había sido un revuelto de emociones, lágrimas y felicidad. En ese momento todo se sentía como un sueño. Un sueño que hacia que su estómago se llenase de mariposas y su corazón latiera tan rápido que fuese preocupante.
Llegó a casa en pocos minutos, sin embargo, no se molestó en entrar y fue directamente al viejo y enorme árbol. Escalo sin mucho esfuerzo, después todo llevaba haciéndolo casi toda su vida. Amity aparecía en cualquier momento, y no quería perderse ningún segundo de su visita.
Quizá la opción más inteligente era ir a casa y cambiarse de ropa, pero ya estaba aquí y el pensamiento de que Amity apareciera y ella no estuviese para recibirla, la hacía sentir extrañamente triste. Se sentó en la gruesa rama, afirmando sus rodillas mientras miraba el espacio vacío delante de ella.
En cualquier momento. Repetía en su cabeza, tratando de que su nerviosismo no saliera a la luz.
Aprovechó esos minutos para pensar en todo lo que había sucedido en la última semana. Había muchas cosas que aún no entendía bien, y otras que la tenían realmente confundida. Estaba feliz, a pesar de eso, todavía quedaban dudas por resolver. Esperaba tener el tiempo para hablar con Amity, para intentar comprenderlo todo.
Había otra cosa que le preocupaba y ese era el riesgo al que Amity se exponía al venir al mundo humano. Sabía que había muchas cosas que podían salir mal, pero lo que especialmente le preocupaba era que Amity fuese atrapada por sus padres. Sabía que ambos eran brujos poderosos, y del mismo modo, padres demasiado estrictos. No sabía mucho más sobre ellos, aparte de la especie de aversión que tenían contra su persona, luego de lo ocurrido con el Emperador Belos.
A su mente vinieron viejos recuerdos. Sucesos ocurridos un par de meses antes de su expulsión de las Islas.
Amity llevaba días actuando raro, era algo extraño porque antes de eso pasaban la mayor parte del día juntas. Luego de casi una semana siendo evitada e ignorada, tuvo que recurrir a los gemelos para saber la razón detrás de todo.
"No le gustas a nuestros padres. Le advirtieron a Mittens que se mantenga alejada de ti". Edric había dicho todo lo que sabía con una expresión dolida, según él, todo lo había escuchado a escondidas y era mejor que no hiciera nada o todo sería peor para Amity.
Pero como siempre, no pudo quedarse de brazos cruzados y siguió buscando a Amity, tratando de convencerla de que se rebelase y no hiciera caso a las ridículas imposiciones de sus padres.
Quizá no lo había pensado muy bien en ese momento, había sido egoísta e impetuosa. Pero en ese entonces su corazón ya sentía cosas muy profundas y no tenía forma de mantenerse alejada.
Luego como por arte de magia, Amity volvió a ser la misma de antes. No hablaron más del tema, y tampoco importó mucho, ya que ahora podían estar cerca de nuevo.
Y ahora se repetía el mismo sentimiento. Pero está vez era más profundo e intenso. Estaba tan contenta de tener a Amity de vuelta en su vida, sin embargo si algo en todo esto la ponía en riesgo, tendrían que encontrar otras formas para estar juntas. No sería egoísta esta vez, la quería demasiado como para y dejarla sola en esto.
Su corazón dió un golpe. Ahora podía querer a Amity, podía mirarla a los ojos, podía escuchar su hermosa risa, podía tomar sus manos y sentir su suave piel. Había tantas cosas que deseaba hacer ahora.
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Tú eres la bruja, yo soy tu gata (Lumity)
Roman d'amourEl tiempo de Luz en las Islas Hirvientes había terminado de forma abrupta. Buscando desesperadamente la forma de sanar su corazón, recibe la ayuda de una pequeña amiga felina, la cual la ayuda a superar sus momentos de tristeza y anhelo de su tiempo...