Historia de una cita

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Lizzie

—No puedo creer que Matías se aprovechara del momento para robarte y declarase —dijo Tyler con enojo, tenía el ceño fruncido, estaba cruzado de brazos y sentado en mi cama como si fuera un indio.

—¡Eso! Aprovecho que estábamos bailando lento con nuestras hermosas novias para que no lo interrumpiéramos —se quejó Ethan con la misma actitud de Tyler y Mateo, quienes lo miraron de reojo y fruncieron más el ceño.

—Tú no tienes derecho a quejarte, tú iniciaste esto desde el momento en que lo hiciste pareja de Lizzie —reclamó Mateo señalándolo con el dedo de manera acusatoria causando una expresión de ofensa en el rostro de Ethan dando inicio a una discusión, de nuevo.

—¿y si dejan de discutir? Es la primera cita de Lizzie con Matti y debemos apoyarla, ¿no ven lo nerviosa que está? —interrumpió Cely cansada de toda la mañana de discusiones desde que le conté a Tyler y ella de lo que pasó en la boda.

Es obvio que Tyler, con indignación, no tardó en llamar a Ethan y Mateo para quejarse y aumentó cuando les dije que tendría mi primera cita con Matti, oficialmente.

—¡No estoy nerviosa! —negué dejando de verme al espejo para verlos directamente.

—Te has cambiado de ropa ya 5 veces —señaló con obviedad Ethan

—cambiaste exactamente 13 veces de calzado —continuó Mateo haciendo una mueca.

—Has bebido casi 3 latas de bebida de moras —Cely me miró con el ceño fruncido y señaló las latas en el estante junto al espejo.

—y no vamos a hablar de los dulces que ya comiste —finalizó Tyler entrecerrando los ojos.

Mordí mi labio y sonreí con inocencia, en realidad me apenaba decirlo, pero últimamente había tratado de ser más linda de lo usual y para dejarlo en claro... ¡En mi vida me había sentido así! Con mis novios anteriores era un amor pasajero, yo quería que fuera pasajero porque claro que no quería acabar herida de nuevo; pero con Matías era diferente, no quería que fuera pasajero y si bien me aterraba, estaba dispuesta a asumirlo. A Tyler le di la oportunidad de ser mi amigo pese a todo y me pregunté, ¿Por qué a Matti no?

—¿y si en lugar de criticarme me ayudan? —respondí cansada, los chicos se miraron entre sí, susurraron un poco entre ellos procurando que no escucháramos, pero recalcaron la palabra tonto varías veces haciéndome soltar un gemido de frustración.

—El azul te queda bien —escuché decir a Ian y me giré a verlo, estaba recargado en el marco de mi puerta y una sonrisa adornaba su rostro.

Me miré de nuevo en el espejo, era un vestido mucho más sencillo que mamá había hecho especialmente para mí, tenía un cinturón delgado color beige y un suéter delgado del mismo color. Sonreí.

—Gracias Ian, me has ayudado más que esos tres en toda la mañana. —mis tres amigos pasaron de sus expresiones orgullosas a unas ofendida, mientras Cely reía ligeramente.

—Por nada pequeña, hoy nos vamos tu madre y yo, pero quisiera hablar contigo antes de que eso pase —asentí y él dio una mirada a mis amigos que esperaban pacientemente nuestra conversación, Ian se aclaró la garganta —a solas, si no es molestia.

Cely salió sin problemas, pero mis tres chicos se miraron dudosos antes de imitarla para al final Mateo cerrar la puerta.

—Lizzie, sé que no me concierne, pero me parece que si Matti fue sincero contigo a pesar de que podías odiarlo, tú también deberías ser sincera con él. —me senté en la cama, mirando el suelo. Sí, eso me había atormentado el día anterior cuando me lo confesó y hasta ese momento aun lo hacía.

El escritor secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora