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-¿Perdón?- Fue lo único que pude balbucear.

-Que tengas cuídado por donde caminas, podría pasarte algo malo- Me respondió de una manera que no pude descifrar.

-¿Malo como qué?-

-Podrías encontrar personas que quieren hacerte daño- Su voz era hipnotizante.

Me podía quedar horas viendolo, su cabello castaño claro ondulado que se le veía tan bien, sus labios suficientemente carnosos, su mandibula tensa que hacía que su cara atrayera a cualquiera, sus cejas con un tono más oscuro éncima de sus ojos color miel. En sus ojos no pude descrifrar nada, era como si fueran grandes puertas de ácero, cerradas. Era perfecto. 

-Gracias, lo voy a tener en cuenta- Mi voz se volvió delicada, tímida, no sabía lo que me estaba pasando.

Cuando me incorporé volteé a mirarlo aún más, sin embargo, el ya no estaba. Se había ido y una gran tristeza invadió mi alma. Me recordó a cuando era pequeña y pedía un caramelo, mi favorito, y Eliza, mi madre, me lo ponía en las manos pero nunca lo comprabá para mi. Así me sentía, por un instante todos los malos momentos se esfumaron, las lágrimas, todo y ahora solo podía pensar en el, en como tenerlo, en como hacer para que me hablará, me mirará y me deseará como yo a él.

Traté de buscarlo con la mirada, di varias vueltas con la esperanza de encontrarlo. En mi busqueda llegó Joshep, se veía igual que una hora atrás, tranquilo, seguro y atractivo.

-Puedes perderte en esta mierda, ten cuídado- "Ten cuídado" todo me recordabá a el.

-¿Cómo me voy a perder en una fiesta?-

-No querrás saber Ester-

-Oye Joshep, cónoces a todos los invitados?- La pregunta fue más desesperada de lo que creí.

-La mayoría sí, por qué?-

-Por nada-

-Esta bien, tenemos que irnos-

-¿Ahora? apenas llegamos...-

-Sí. A-H-O-R-A- Sus ojos parecían querer clavarme cuchillos y ver mi muerte lentamente.

Lo cogí de la mano y nos dirigimos a la salida. En el carro, en la parte trasera estaba Melannie, su novia. Se veía muy mal, tenía los cincokilos de maquillaje corrido por tal vez lágrimas, sus medias veladas estaban rotas como su camisa y su pelo tenía muchos nudos, sentí por un momento lástima por ella. Por mucha curiosidad que tuviera sobre Melannie y porque nos teníamos que ir, traté de mantenerme callada, hasta que Joseph irrumpió mis pensamientos.

-¿Te divertiste?

-Sí...algo-

-Me alegra, estaba preocupado por ti- No pude evitar sonrojarme e imaginarme situaciones hipotéticas en las que me decía más cosas de ese tipo; después recorde que era mi "primo" y se me paso.

-¿Qué pasa con ella?- La señale con la mano.

-Nada serio, solo que se creyó invensible y la estúpida tomó más de la cuenta-

-Es normal que hables de ella así...no es tu novia?-

-Sí- Su respuesta fue cortante.

-¿A dónde vamos?-

-A tu casa, a dónde más- No dejaba de mirar hacia el frente como si algo lo molestará.

-¿Pasa algo?-

-Pasa que te vas a callar y vas a ir a dónde yo quiera que vayas. ¿Entendido?-

Si pudiera matarlo con la mirada, hubiera muerto de la manera más cruel.

Como el transito era el mínimo llegamos rápido a la mansión de Arthur alías mi casa, en donde todo estaba muy tranquilo, como si no se dieran por enterados de que no estaba, pero eso siempre es lo que pasa.

Joseph estacionó el auto en la entrada se bajó y abrió mi puerta, al menos seguí siendo caballeroso.

Al llegar a la puerta me detuvó.

-Gracias por haberme acompañado- ¿Me estaba agradeciendo por haber gastado de su dinero y una pelea con su novia?

-Denada, creo. Igualmente me gustó-

-Que bueno, porque mañana te tengo otro plan, aún mejor- Lo último lo dijo con la intensión de ponerme nerviosa, lo que funcionó.

-Aún mejor que ir a una fiesta en dónde casi muero asfixiada? ¡Cuenta con migo!- Exclamé de forma alentadora.

Joseph se rió muy por debajo y en menos de nada tenía su mano en mi mejilla y sus labios con los míos.

PosesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora