Hablarte

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Una semana estuve esperándote para disculparme contigo, pero no te vi. No volviste, tenía algo importante que contarte y no tenía intención de decírselo a nadie más. Tenía la esperanza de que el destino nos volviera a juntar y para mi suerte sucedió...

Ese día había salido de mi apartamento más temprano que nunca, tenía que ir al centro a comprar los regalos de navidad para mis padres. Te vi de lejos cuando entraste en la taberna que se encontraba al lado de la florería. No ibas solo, un hombre alto de pelo oscuro que aparentaba tu edad hablaba contigo de algo gracioso porque ambos reían.

Estuve más de diez minutos convenciéndome a mí misma que debía entrar y hablarte, que te debía una disculpa y que necesitaba darte buenas noticias.
Respiré hondo y caminé hacia el frente. Tropecé con un señor en la puerta y este se disculpó diciendo que tenía prisa. Me ayudó a recoger las bolsas que se me habían caído al suelo. Tomé mis cosas y creí que eso era una mala señal, que quizás hablarte no era tan buena idea, así que di la vuelta y seguí mi camino...

—¡Riley! —escuché, y supe que eras tú porque nadie pronunciaba mi nombre de la manera en que tú lo hacías. Pensé en seguir caminando, pero mis piernas me lo impidieron, me giré para verte y corriste hacia mí.

—Hola ¿está bien ? Te vi tropezar con ... —No te dejé terminar, me avergonzaba de que hubieses visto mi torpeza.

—Estoy bien, gracias por preguntar ¿Cómo estás, Nathan? —era la primera vez que decía tu nombre en voz alta y te sorprendiste al oírlo.

—Bien ¿viniste a hacer las compras de navidad? —me preguntaste señalando las bolsas y me miraste a los ojos como si quisieras saber algo más.
Yo estaba nerviosa, siempre fuiste seguro de ti mismo, y sabías el efecto que causabas en las mujeres.

—Sí ...Nathan, se han vendido 5 libros de los míos. —Tenía tanta pena de decírtelo, pero eras a la única persona que le interesaba saberlo. Me miraste como si te hubiera dicho que me había ganado el gordo en la lotería. Intentaste acercarte para abrazarme, pero diste un paso atrás en seco y dijiste sincero.

—Ves, poco a poco todos verán lo buena que eres escribiendo, es cuestión de tiempo. Me alegro mucho por ti, tenemos que celebrarlo. Ven, te invito a almorzar. —tus ojos brillaban y yo no sabía que decir. Parecías más feliz que yo, en ese momento el 5 se había convertido en mi número favorito...

Me sobresalté cuando cogiste las bolsas que llevaba en la mano y me guiaste dentro de la taberna, apartaste una silla para que me sentara a tu lado y frente a tu amigo.

—Derek, te presento a Riley. Ahora no es conocida, pero será de las mejores escritoras del país. —lo dijiste con orgullo y ni siquiera nos conocíamos.

—Ah, eres la chica del libro de poesía. —Derek me miró divertido y tú lo fulminaste con la mirada. No podía creer que le habías hablado de mí —Es un placer conocerte. –terminó diciendo y me regaló una sonrisa, yo hice lo mismo y lo saludé amable.

—Tenemos algo que celebrar, Riley ha vendido sus primeros 5 libros y eso no se puede dejar pasar por alto. —Levantaste tu brazo para llamar al encargado y le pediste una botella de vino. El chico no tardó nada en aparecer con esta y tres copas en su mano.
Hiciste que brindáramos por mi logro, que aunque a otros les pareciera poco para mí lo era todo...

—Sabes, me siento mal por no haber leído tu libro, esta tarde paso a comprarlo. —me prometió Derek con amabilidad y sin más se levantó de la mesa y nos dijo —Me tengo que marchar, tengo cita con una cliente en una hora y no quiero llegar tarde. Riley, felicidades y espero que nos sigamos viendo. —Te miré y te veías feliz de que tu amigo nos dejara solos. Me gustó pensar de que te hacía ilusión pasar tiempo conmigo. Me despedí de Derek con dos besos en la mejilla y lo vimos alejarse de la taberna.

La librería (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora