Ver sus ojitos verdes al despertar y que nos regalara una sonrisa en las mañanas, era nuestro momento favorito del día. Ahora vienen a mí todos esos recuerdos de nuestro hijo. Las noches en vela que pasamos en los primeros meses, y la cantidad de pañales que cambiabas diariamente. Me encantaba verte darle el biberón a nuestro James, y cantarle una nana para que se durmiera. Había que ver la alegría del nene cada vez que te escuchaba llegar del trabajo, y tu cara al verle era todo una dulzura. Me enamoré de ti por muchas cosas, pero cuando conocí tu faceta de padre descubrí una manera incluso más poderosa de amarte.
Me llamabas cada una hora para preguntarme si había pasado algo interesante, no querías perderte ni un solo instante de su crecimiento.
—¿Dijo Papá? —te escuché decir a través del teléfono.
—¿Cuando has visto un bebé de 4 meses hablar? —te pregunté divertida.
—James es muy inteligente, no te asustes si da sus primeros pasos en estos días. —dijiste en tono jocoso.
—Las ganas que tienes de que haga todo eso, además, no creo que su primera palabra sea papá, me parece que me quiere más a mí. —te respondí divertida.
—Y lo entendería, yo también te quiero. —se me escapó una risita nerviosa ¿Cómo es que aún no me adapto a tus confesiones?—Yo también a ti, Nathan.
—Tengo ganas de estar ahí contigo, Riley. Debería salir más temprano hoy, después de todo yo soy el jefe. —reíste al terminar la frase.
—Te espero, vale. —aunque no lo hayas visto, me estaba mordiendo el labio por tu propuesta.
—No se diga más, voy para allá. —te despediste con un te amo y colgaste.
Es difícil aburrirse contigo, siempre me ha gustado que llevaras nuestra relación a otro nivel. Sabes, muchos creyeron que caeríamos en la monotonía en unos años, pero no fue así. A tu lado todos los días eran diferentes. Si en algún momento sentimos que todo se repetía, lo disfrutábamos. No hay nada malo en vivir los buenos momentos una y otra vez. Las personas que lo pensaban no sabían que la monotonía es aburrida si se acaba el amor, y eso a nosotros nunca nos faltó.
Yo era ese tipo de madre sobre protectora que tenía que estar constantemente al cuidado de su pequeño, por eso trataba de escribir un poco en las tardes. En ese tiempo fue cuando comencé a ir a entrevistas en la tele por mi obra, a las personas les había fascinado, y querían saber más de ella. Cuando asistí a mi primera firma de libros oficial, tuve que dejar a James con mis padres por más de 5 horas. Me encantó ver la ilusión en el rostro de las personas mientras les escribía una dedicatoria. Quiero confesarte que no dejé de pensar en ti ni en un solo momento, porque fuiste tú el primero que me lo pediste, y las primeras veces nunca se olvidan.
James era un bebé muy risueño, y que acaparaba todas las miradas así como tú. Recuerdo cuando comenzó a dar sus primeros pasos. Fue en casa de tus padres, y nos sorprendió verle soltarse de tu agarre para caer en los brazos de su abuelo.
Tú andabas todo el día haciendo vídeos caseros para así nunca olvidar esos pequeños detalles que no siempre se quedan en nuestra memoria.
—Cuando seamos viejitos volveremos a verlos, y nos reiremos de nosotros mismos, estoy seguro. —dijiste enfocándome con la cámara mientras que yo tenía a James dormido en mi regazo y trataba de escribir en el ordenador.
—¿Nathan, le tienes miedo a la muerte? —esa pregunta me rondaba por la cabeza desde pequeña, el hecho de imaginarme que un día no estaré en el mundo me aterra.
—Antes no, pero desde que te conocí sí. —me miraste a los ojos, y pude ver algo que nunca había visto antes en ellos (miedo)
—¿Por qué? —traté de entenderte.
—No quiero estar sin ti, James es lo más grande que tenemos y no quiero dejarlo solo. —acariciaste la cabeza del pequeño y le besaste la frente para después mirarme a los ojos.
—¿A qué venía esa pregunta?—Creo que cuando llegue el momento de partir yo prefiero no darme cuenta. Tampoco quiero dejarlos. —Esa confesión por parte de ambos quedó grabada no solo en la cámara, también en nuestros corazones.
—Mientras tanto, disfrutemos de que la vida nos haya dado la oportunidad de conocernos. —me besaste en los labios, y cargaste a James para llevarlo a su cuna. Volviste a mi lado más tarde para ver justos una película. Adoraba esas noches en las que aún podíamos disfrutar de nosotros.
No me creerías si te digo que recuerdo cada momento. El primer año de James, sus primeras navidades, y sus noches viejas en aquel restaurante del centro. Su primer día de colegio, y sus primeros amigos. Aquella vez que se raspó la rodilla jugando al fútbol, y cuando se bañó por primera vez en el mar. Como olvidar aquellos picnics improvisados que hacíamos en primavera, y las pijamadas que se montaba con sus primos. Aún guardo su primer dibujo debajo de mi cama.
James no es el único que ocupa mis pensamientos, cada momento contigo está marcado en mi alma. Pareciera que fue ayer que nos fuimos los dos juntos a Grecia para celebrar nuestro décimo aniversario. Fui tan feliz en ese viaje, me inspiró para escribir mucho más. Hacía ya unos años que había dejado de escribir novelas de misterio, y había probado suerte con las de romance. En aquel momento estuve orgullosa de decir que estaba viviendo de mi trabajo, de lo que me apasiona. Había comenzado a tener un nombre como escritora, y cada día se vendían mis libros con más fuerza. Muchos habían sido traducidos al español y al inglés ¡Personas de otras lenguas estaban leyendo mis obras! y eso es algo que nunca imaginé que me pasara. Y tú, Nathan, siempre fuiste el primero en comprar mis libros y en leerlos. Además de ser mi inspiración, eras mi mayor consejero.
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La librería (terminada)
ChickLitOslo, en la mejor época para encontrar el amor. Riley Novav, una escritora ignorada que trata de cumplir su sueño de llegar al corazón de las personas con sus libros, decide arriesgarse y publicar su primera obra por su cuenta. Pero no tiene suerte...