La casa de mis padres

597 104 57
                                    

Siempre me he considerado como una persona aventurera, aunque haya viajado poco en aquel momento. Tu propuesta significaba eso para mí, una nueva aventura.

—Sí, creo que podemos intentarlo.
Te inclinaste sobre la mesa y me besaste con ternura. El corazón me iba a mil por hora, pero el mío no era el único porque cuando apoyé mi mano sobre tu pecho lo pude notar.

—Estoy feliz de que hayas aceptado. No tendrás que superar todo esto sola. Lucharemos juntos, tus sueños son míos también. —Me acariciaste la mejilla con cada palabra. —Estoy enamorado de ti, Riley —Tenía miedo que un día me mataras de un infarto con tus confesiones. Siempre me sorprendes cuando hablas de tus sentimientos.
Ya nada parecía importante en ese momento, tú estabas enamorado de mí y eso era más de lo que mi corazón podía soportar.

—Yo también, Nathan, estoy enamorada de ti. —Me sorprendí al ver que no había perdido la voz, porque la emoción fue tan grande que no estaba segura si era capaz de moverme.

Me robaste un beso y esta vez fue mucho más apasionado que el primero.
—Desearía haberte conocido antes ¿Dónde estabas todo este tiempo que no te había encontrado? Me das vida Riley, creo que soy adicto a tenerte cerca. —No había palabra que saliera de tu boca que no provocara en mí esa sensación de arropo a mi corazón, lo mantenías caliente y lo cuidabas como si fuera el tuyo. Nunca me cansaré de oír lo que sientes por mí.

Reí con timidez ante tus palabras y me ruboricé tanto que me tapé el rostro por la vergüenza que sentía. Apartaste mis manos y me besaste en la punta de la nariz.
—No tengas pena de mostrarme lo bella que eres. —Luego me diste otro beso en los labios.

—Tendré que buscar algunas cosas en casa de mis padres.

—¿Quieres que te acompañe? —Claro que quería que me acompañaras, hacía días que quería presentarte a mis padres, pero no sabía cómo pedírtelo.

—Sí, llamaré más tarde a mi madre para avisarle.

—¿Qué te parece si mañana le hacemos un visita a los míos ? —Comencé a imaginarme cómo sería el encuentro con tu familia y los nervios se apoderaron de mí al instante. Odio que el ser tímida afecte tanto en mis decisiones y tú lo notaste. ¡Claro que lo notaste! porque ya sabías como era.

—Estarán feliz de conocerte, hace ya varias semanas que tienen curiosidad. —Estaba en shock. ¡Le habías hablado a tus padres de mí!
Yo ni siquiera le había dicho a mi madre que estábamos saliendo, solo le conté que tenía un nuevo amigo.

Miraste el reloj y te alarmaste con la hora, te disculpaste con la mirada y me dijiste mientras me robabas otro beso.

—Es tarde y un cliente me espera. Te paso a buscar a las 7. Te quiero. —Ni siquiera me dejaste responderte. Saliste de allí lo más rápido que pudiste y vi como te alejabas por la acera.

Me hiciste olvidar mis problemas. Por tu culpa tenía la mente en otra parte y ni el cartel gigante de la librería me afectó tanto como el te quiero que me confesaste.

Mis padres estaban emocionados cuando les conté que tenía novio y que se los presentaría esa noche. Era la primera vez que llevaba un chico a casa. Tampoco es que fuera de casa tuviera muchos, mi lista estaba más vacía que un colegio en pleno verano. Esto de ser tímida no me ayudó mucho con mi vida amorosa. Sé que podía estar un poco atrasada para mi edad, pero no me arrepiento de haber esperado. Estoy feliz de que hayas sido el primero.

Llegaste a la hora exacta y me dedicaste una sonrisa nerviosa cuando tocamos el timbre de la casa de mis padres. Traías una botella de vino para acompañar la cena. Me hizo gracia ver tu cara cuando mi padre te contó historias de su juventud. Historias increíbles y ciertas, solo que estaban un poco exageradas por su narrador. A mamá le encantó ver que disfrutabas de la comida y que la ayudaras a recoger la mesa.
Te llevé a mi antigua habitación y te burlaste de mí cuando viste los afiches de los Backstreet boys que tenía colgados en la pared.

—No sabía que te gustaran los chicos de bandas. —me susurraste al oído mientras me abrazabas por la cintura y el calor se apoderaba de mi cuerpo (como siempre que te acercas)

—¿Qué chica no soñó alguna vez con un chico de banda? —te confesé soltando un risita tonta.

—Dime que te gusto más yo que ellos. —me pediste mientras besabas mi cuello con ternura. La chispa que desprendía mi cuerpo no era algo normal, el deseo de sentirte más cerca se estaba abriendo paso en mi interior.
Siempre fuiste muy respetuoso y si te soy sincera ya estaba esperando conocer ese lado canalla tuyo. En ese momento me estabas tentando en casa de mis padres a entregarme a ti y yo pues, no me pude resistir.

—Me gustas mucho más que ellos. —soltaste un gemido ante mis palabras y me levantaste para que así pudiera enrollar mis piernas en tus caderas. Me besaste con una pasión desenfrenada, me dejaste que desabrochara los botones de tu traje y que pudiera apreciar tu pecho desnudo. Sabías que un poco de ejercicio no le haría mal a nadie y sonreí para mis adentros cuando vi que tenías un cuerpo atlético. No me había fijado antes porque siempre llevabas traje o chaqueta, pero oye, una sorpresa como esa siempre es agradable.
Nos dejamos caer cuando mi madre tocó a la puerta para preguntarnos si queríamos chocolate caliente.
Me paralicé por completo, parecíamos dos adolescentes. Para nuestra suerte la puerta estaba cerrada porque no sé qué hubiera hecho si mi madre nos llegaba a pillar.

—Ya vamos, mamá. —Grité acomodándome la blusa que se me había subido un poco.

—¿En serio quieres chocolate caliente? Porque yo me quedé con ganas. —me dijiste mirándome a los ojos y pude ver el deseo en ellos. Creí que mi color natural ya era el rojo tomate porque me había ruborizado tantas veces que ya no recordaba cómo se sentía estar normal.

—Me gusta tu modo seductor. —te confesé entre risas y me abrasaste por detrás para juntos salir de la habitación.
Salimos de casa de mis padres una hora después con unas cuantas cajas para la mudanza. Al otro día pasaría por mi antiguo apartamento a recoger todo lo que me faltaba.

Estuviste durante todo el camino preguntándome sobre qué cosas me inspiraban o que era lo que pasaba por mi mente mientras escribía. Me sugeriste de que quizás debería enfrentarme a un nuevo reto y decidirme por escribir otro género, algo como romance, fantasía o misterio, pero sin dejar de perder mi esencia. Me diste muy buenas ideas y agradecí tu apoyo.

La librería (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora