C A P Í T U L O 1 0

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Reborn miró a Auron irse por dónde habían llegado sin poder detenerlo. Ni una sola palabra había podido decirle y en ese instante se dió cuenta que una vez más había sido un completo gilipollas, y al final había lastimado a alguien sólo por no creer lo mismo que él, porque no era la primera vez que discutía con alguien por lo mismo. La primera vez fue con Momon y Axozer cuando el tema salió en medio del forense, pues él estaba seguro de que el culpable era un Superhumano, pero Axozer le juraba que esas heridas no coincidían con el sospechoso.

Se molestó consigo mismo, demasiado. Auron jamás había tocado el tema, y le hizo ver una cosa que él no conocía de los super, pero la furia de su pasado lo cegó sin permitir aceptar la realidad que Auron le explicaba.

— Soy imbécil, tío. — Quiso ir detrás de él, sin importar si se ahogaba en el proceso de seguirlo, realmente quería disculparse. Pero el caso era importante, y por ahora tal vez lo mejor era darle su espacio, sólo esperaba que nada malo le sucediera hasta el siguiente día.

Siguió las indicaciones de Auron, caminó recto, avanzó por el pasillo derecho y rápidamente encontró a varias personas en grupos mostrando abiertamente sus habilidades, luciendo amenazantes, pero para el detective no eran nada extraordinario. Recordó también el consejo de no mostrar interés en ninguno de ellos, ir a lo suyo, pero estaba metido en un ligero problema.

¿Quién demonios era Rodolfo?

Buscó al más mierda de los que podía ver y se acercó con total seguridad. Su candidato fue un chico escuálido que con telequinesis que se dedicaba a ensamblar un viejo revólver colt.

— Eh, capullo, ¿Quién coño es Rodolfo?

— Que te importa.

— Pues resulta que me interesa, y tú, trozo de mierda, vas a decirme quién es Rodolfo.

— ¿Quién lo busca? — Habló un hombre mayor que Reborn por al menos 10 años, llevaba el pelo rojizo, llevaba ropa bastante colorida, pero descuidada y era mucho más alto que él, probablemente mediría 1.90 con facilidad y su rostro estaba deformado levemente, parecía ser producto de un accidente de gravedad.

— Detective Reborn, CNP. — Se presentó.

— Ah, el poli. 

— ¿Me conoces? — Preguntó Reborn con intriga.

— Por supuesto, es difícil que alguien entre a este lugar sin ser invitado.

— Invitado. ¿Y quién me ha invitado?

Rodolfo analizó un poco al detective y tras un par de segundos habló.

— Fue un error entrar aquí solo, detective. — Con un gesto de cabeza le indicó que le siguiera.

Reborn dudó en seguirlo, pero si quería obtener algo de ese hombre debía ceder un poco, no sería la primera vez ni la última en la que se vería en una situación de la cuál no podría librarse si llegase a torcerse.

— Yo he decidido permitir tu entrada. — Explicó Rodolfo. — Porque creo que podemos llegar a un acuerdo civilizado.

— ¿Y qué es lo que quieres?

— He perdido contacto con dos de mis informantes, lo cual no es normal. Quiero saber que les pasó, y si están con vida los quiero de regreso.

— Estás pidiendo mucho y ni siquiera sabes que es lo que necesito.

— Has estado andando por la ciudad estos días junto con un chef, ¿Por qué con él? Eso es asunto tuyo. Pero sé que estaban buscando un asesino con habilidades de fuego, ¿Me falta algo? — Finalizó antes de que entraran a una sala diferente.

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