Lágrimas de Sangre ~ WHO MADE ME A PRINCESS ~

Capítulo 5: Reminiscencia

Holi, Holi. \^u^/

Acabe exámenes finales por lo que estoy libre~~ 

Y hoy, toca.

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Cuando Lucas pudo dejar al emperador con la Princesa Zenith, no sin antes encargarse de que este no saliera del palacio central y el Esmeralda, se dirigió de manera inmediata al palacio Rubí.

«¿Athanasia lastimar a esa?»

Eran los pensamientos que surcaban su mente.

Avanzaba de manera rápida por los pasillos e ingreso al palacio, cada soldado que resguardaba el Rubí, hacia una reverencia ante él.

Desde que él conocía a Athanasia, ella jamás había dado indicios de violencia, ni física, ni verbal, ni de ninguna manera. Aunque claro, ellos ya no tenían la misma cercanía que hace algunos años...

La melancolía fue como un velo que cubrió su mirada. La nostalgia lo invadió y el pasado llego.

[ Lucas miraba sus manos, estas eran pequeñas y suaves, eran las manos de un niño. Había utilizado bastante magia, casi hasta acabársele, que no había podido regresar a su forma original y como la profecía lo había nombrado heredero de Obelia, el imperio le dio la bienvenida.

Ahora vivía dentro de las murallas del Palacio Imperial, más concretamente en el Palacio Amatista. Uno de los tantos que había en el palacio imperial.

Esté se encontraba cerca del palacio Rubí.

En un día demasiado tranquilo, se encontraba corrigiendo hechizos de un libro, cuando sintió la presencia de alguien correr dentro de su palacio. Alzó la vista del libro.

—Hay un pequeño ratón en el palacio.

Una sonrisa se dibujo en su rostro y se levantó de su asiento. Coloco las manos detrás de su espalda y comenzó a caminar por los pasillos. La presencia de esa persona iba de un lugar a otro.

Después de un rato intentando atrapar al sujeto que se había colado, porque este era muy rápido y Lucas no consideraba que fuera una amenaza y que tampoco valía la pena asesinar con magia, por fin lo encontró.

Más cual fue su sorpresa al ver que no era nada de lo que él creía.

Sus pestañas eran largas, su rostro era redondo y con unas mejillas regordetas, sus ojos gema lo miraron con curiosidad al notar su presencia.

Era una pequeña de no más de cinco años, de cabellos rubios miel, que estaban recogidos en una coleta alta, con un moño azul rey adornando la coleta, su vestido, del mismo tono que el moño, le llegaba hasta por debajo de las rodillas, unas calcetas blancas con holanes iban con unos zapatos negros.

«Ella es...»

—¡Oh!

No creía que aquellos ojos gema que tanto había escuchado, y hace algunos siglos vio, brillaran con tanta intensidad.

«Debe ser muy poderosa, para que pueda hacer brillar sus gemas de tal manera»

—¿Eres tú el amigo que le pedí a la estrella?