Lágrimas de Sangre ~ WHO MADE ME A PRINCESS ~

Capítulo 4: La otra princesa: Zennith.

Los dedos de su mano derecha tocaban la madera en repetidas ocasiones, generando un sonido inquietante. Era de muy mal gusto, según la etiqueta, hacer eso, pero empezaba a sentirse ansiosa.

Su padre recientemente tenía actitudes y comportamientos un poco extraños hacia ella. La evitaba o comenzaba a ignorarla. Parecía ser que su padre tenía a alguien más en mente.

Y eso no le gustaba para nada.

Desde que se entero de la verdad, lo intento odiar, de verdad lo intentaba, pero no podía. Su corazón le pedía ser amada y ese era uno de los seres que siempre anhelo que la amará. Y así fue desde que ingreso al palacio. Fue amada por cada persona en este palacio e incluso el imperio mismo, pero en los últimos días algo extraño había ocurrido.

Su adorada hermana menor.

Tomó otra actitud que descoloco a todos, inclusive hasta ella misma. Ahora no podía evitar escuchar su nombre en todas partes.

Parecían amarla...

Y en este reino la única que podía ser amada era ella.

El sonido del golpe en la mesa se volvió a escuchar. Los pasos de una persona se acercaban hacia ella. Era su mucama personal.

—¿Dónde está mi padre?

No hacía falta que le respondiera.

Ella lo sentía, ella intuía donde se encontraba.

La joven agacho su mirada temerosa y frunció los labios.

—No lo sé, lo perdí de vista princesa.

«Está con ella»

La magia negra comenzó a manifestarse imperceptiblemente, solo la sensación de odio se encontraba en los alrededores, asfixiando a la mucama que se encontraba frente a ella.

—Tal vez es momento de hacerle una visita a mi hermana.

.

.

.

Casi todos los días Athanasia montaba a diario.

Le habían mandado a diseñar ropa para que montara más a gusto, ya que Lilian la regaño por montar en vestido.

[—Eso no es propio de una dama princesa]

Recordaba las palabras de su adorada Lilian.

Y de hecho esta ropa fue confeccionada en tiempo récord, en un día ya estaba lista.

Pasaba la toalla por su rostro secándolo. Debía apurarse y darse otro baño, hoy tenía reuniones con otros aristócratas y tenía una sesión de estudio con Félix para enseñarle como generar buenas propuestas.

Su vida había dado un giro positivo.

Iba caminando felizmente hacia su palacio cuando una voz la detuvo.

—Hermana.

El llamado la descoloco y por primera vez en su vida, esa voz, la irritó.

Los recuerdos de como la inculparon por un acto que ella no cometió, inundaron su mente. El coraje comenzaba a correrle por cada vena en su cuerpo y la rabia brotaba como lava ardiendo de su estómago hacia su boca. Quería maldecirla, quería golpearla. Pero tenía que controlarse, el destino podía haberse modificado un poco, pero Zenith todavía tenía la oportunidad para volverla a inculpar y así cumplir su destino.

Giró su cuerpo hacia ella, quien venía con su mucama personal.

Una sonrisa y su rostro de ángel brillaba frente a ella, siempre había querido una hermana, deseaba no sentirse tan sola, pero cuando llego ella también la ignoró. Pero ahora ya no le importaba. Ahora había personas que se preocupaban por ella, que la hacían sentir amada e importante en sus vidas.