Karma

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- Si - le conteste mirándola de reojo.

- Bueno, al menos contestaste, pensé que eras mudo - dijo ella soltando un suspiro.

- ¿No has tenido un buen día verdad? - pregunto mirandome fijamente, analizando toda mi apariencia. "¿A caso leyo mi mente?" pensé.

- Lo digo porque el olor a alcohol es bastante fuerte - aclaró ella, lo cual me hacia sentir más tranquilo.

- ¿Tan mal me veo? - pregunte agachando mi cabeza, ella por otro lado solo río.

- Claro que no - respondió con un tono de voz alegre.

- Creo que lo que necesitas es solo distraerte un poco, así que ven - me tomo la mano y comenzó a caminar.

¿Que estaba pasando? ¿Por que ella hacia eso? Nisiquiera la conocía, ¿No le daba miedo estar a altas horas de la madrugada con un simple extraño?

- Llegamos, anda entremos - dijo ella, estaba tan ensimismado en mis pensamientos que nisiquiera me di cuenta en donde entramos, la sala parecía estar llena de cajas y un par de puertas a los lados.

- Toma - me dijo extendiendo su mano para que yo tomara el artefacto.

- Esto es... -

- Es una vulcan con el cañon recortado y la cadencia de disparo reducida, no es igual de rápida que la vulcan normal verdad, pero su disparo y precisión son bastante buenos, es cuestión de práctica para saber usar esta exelente arma - me explicó ella sin siquiera mirarme, ni dejar que terminara de hablar.

- ¿Como supiste que me gustan este tipo de cosas? - pregunte mientras analizaba el arma, ella río por lo bajo y me dio un par de cartuchos de balas.

- Tu apariencia te delata un poco, además de que note que llebas un cartucho de balas para un pacificador - me explicó señalando el bolsillo de mi chaqueta.

- Vaya, pues no tienes mal gusto para estas cosas, y realmente no sabía que eras especialista en esto - le dije mirandola fijamente.

- No me considero una especialista, solo se lo suficiente o eso creo, así que ve y prueba ese bebé muchacho - dicho eso me dio un ligero golpe en el hombro y me lanzo a la sala de tiro.

- Vale - dije para mi mismo.

Estar en la galería de tiró con un arma nueva era realmente relajante, podía sentir como mi irá y frustración desaparecían con cada bala disparada, como mi mente se tranquilizaba para poder estar a corde y recargar munición en cuestión de segundos. Realmente necesitaba eso.

Al salir de la sala aquella mujer me esperaba en el marco de la puerta, con un cigarro entre sus dedos, mirando el puerto, su mirada parecía pérdida y se podía notar el cansancio en su cuerpo, tampoco parecía haber sido un buen día para ella y aún así ayudo a un completo extraño.

- ¿Por que lo hiciste? - pregunté en voz baja, acercándome a ella.

- ¿Hacer que? - pregunto ella para después darle una calada al cigarro y seguir mirando el puerto.

- Sabes de que hablo - le dije, ella solto el aire que tenia en sus pulmones para después soltar un gran suspiro, tiro su cigarrillo y lo pizo para apagarlo, sin despegar la vista del puerto.

- No hace mucho me encontraba sola bagando por estas calles, tan llena de alcohol como tu, no había sido un buen día... Pero alguien me tendió la mano, me trajo aquí... Por un momento mi vida dejo de ser tan miserable para convertirse en un momento emotivo... Me recordaste a mí, sabía que lo necesitabas más que yo - explicó con un tono de voz calmado, pero sus palabras lograron tener un gran impacto en mi, no podía evitar sentir tristeza por ella, se veía tan joven y aún así... No podía creer que me había topado con una persona tan amable.

- Gracias - dije entregándole el arma pero ella no la tomo.

- Quédatela, es un regalo - mis ojos se abrieron como platos y de cierta manera me encontraba emocionado.

- Pero es tuya, no puedo aceptarla así nada más - explique mirandola fijamente, pero ella nisiquiera me miraba aún tenía la mirada perdida.

- Aceptala, no pienso tomarla de vuelta - dijo, no podia creerlo, era la primer arma que no tenía que negociar para obtenerla, de cierto modo lograba hacerme feliz.

- No se como agradecerte esto - ella rio ante mis palabras, giro sobre sus pies y me miro fijamente a los ojos.

- No hay nada que agradecer, ahora vamos por un café, creo que ambos lo necesitamos - habló, salimos con calma de aquel sitio, pero aún no podía sacar de mis pensamientos lo que había pasado esa noche.

¿Realmente merecía eso? ¿Cuál fue mi error? ¿Me amaría aún?

El pecho me comenzaba a doler, me faltaba el aire, sentia unas inmensas ganas de llorar, de destrozar todo lo que habia a mi alrededor. Me dolía tanto, la persona que había amado durante tanto tiempo, el amor de mi vida... Me habia abandonado, no le bastaba mi amor... No valía nada para ella.

- Ey, despierta -

- ¡Despierta! - grito aquella mujer, sacudiendome, parecía desesperada, preocupada.

- Lo siento - dije en voz muy baja, para después quedarme inmóvil, paralizado.

- No es tu culpa - ella se acerco a mí dudosa, me tomo de la mano y después me abrazo.

- No es tu culpa. - al escuchar esas palabras las lagrimas comenzaron a brotar de mis ojos, no podía detenerlas, no podia controlarlas, se desbordaban desde mis ojos hasta llegar al filo de mi rostro. La abracé y llore cual bebé, estaba dolido, destrozado no tenía nada, no tenía a nadie. Por un momento sus brazos me parecieron un lugar seguro, donde no me juzgarian, donde podia ser débil, tan solo un momento. Quería que el dolor desapareciera, queria que me dejara de doler tanto. La amaba tanto, la amo tanto. ¿Por que? ¿Qué fue lo que nos paso? ¿Cuando mi amor no fue suficiente para ella?

- Perdón, perdón, se que no ha sido todo culpa mía, pero aún así lo siento - no sabía porque decía eso, ella no lo entendería, pero aún así no dijo nada, solo mantenía su agarre firme.

- No es tu culpa - me decia, eso no era suficiente para calmarme ya, todo era mi culpa, seguramente la descuide, o falto algo por entregar... Juro por los precursores que todo le di, todo le entregué, quizé bajar las estrellas para ella pero fallé y me mataba no tenerla.

- ¿Quieres hablar de eso? - pregunto.

Todo Termina Donde Comenzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora