Han se dirigía a la oficina de Dios para que este le dijera a que hija o hijo debía cuidar en esta ocasión; mientras caminaba hacia allá escucho una voz familiar que lo llamaba.
-¡Oye Han!- escuchó el ángel, y al darse la vuelta se encontró con Alelí corriendo en dirección a él, una vez que lo logró alcanzar comenzó a platicar con él. -¡Que suerte tengo al encontrarte por aquí!- decía Alelí mientras trataba de recuperar el aliento,- hacia ya tiempo que no te veía, para ser exacta desde que obtuviste el título de ángel de la guarda, y dime ¿cómo te ha ido con tu nueva vida?- preguntó curiosa mientras le daba pequeños golpes con el codo.
-Hola Ale, tiempo sin verte- sonrió- pues me ha ido muy bien sabes, la primera vez que bajé al mundo de los vivos me sorprendió mucho cómo estos se comportaban y las cosas que hacían o decían, eran amables y se apoyaban los unos a los otros, claro, hubo ocasiones en las que actuaban sin sentido e incoherentemente, pero eso no le quitó el encanto a lo linda que es la tierra, está posee paisajes hermosos, además- le dio la espalda a su amiga y apunto con sus pulgares a sus hermosas alas- este par de preciosas me han ayudado a ir y venir con facilidad, no sabes como me gustaría poder prestartelas aunque sea por un momento para que sientas lo increíbles que son-volvió a mirarla- en verdad me gustaría que pudieras ver lo que hay allí, seguro quedas facinada-.
-No te preocupes por mi Han, yo estoy bien aquí- lanzó un suspiro- no quiero conocer nada fuera de esto, aquí nací y planeo pasar el resto de la eternidad en este lugar- miro de reojo a su amigo- además con tus relatos tengo más que suficiente, no me hace falta nada más-.
Alelí en realidad no tenía mucho interes en conocer el mundo de los vivos, ya que, consideraba que tenía todo en el cielo: un hogar, un montón de amigos, realizaba tareas que le gustaban, ayudaba a Dios; quién trataba a todos con mucho cariño, además, era el lugar donde había conocido a Han y donde se había enamorado de él, pero él no lo notaba, pues dentro de sus muchas cualidades como lo eran la amabilidad, la bondad, la generosidad, el positivismo y el compromiso, no se encontraba la cualidad de ver lo obvio, pero para ella, estaba bien que fuera de esa manera, pues estaba segura de que sólo la veía como una hermana pequeña.
-Pero bueno- rompió el pequeño silencio que había entre ambos- ¿hacía donde vas ahora?-.
-Voy a ver a Dios pues he terminado mi trabajo y seguro me encomendara otro, y usted, bella dama, ¿a qué lugar va a iluminar con su presencia?- miró curioso a su acompañante.
-No digas ese tipo de cosas que me sonrojas tonto- golpeo el hombro del chico y trató con todas sus fuerzas que su rostro no la delatara- y para tu información voy al mismo lugar que tu para recoger algunos papeles-.
-¡Que bien!- Han estaba feliz de poder compartir el camino junto a su mejor amiga, que hace varias vidas no veía- se qué no es mucho tiempo pero estoy contento de poder pasarlo contigo, además, así podré saber como te a ido a ti durante el tiempo que no nos vimos, quiero que me cuentes todo con lujo de detalle-.
Caminaron juntos contandose todo lo que pasaron en el tiempo que no se vieron, algunas historias eran muy cortas, otras muy largas, otras más eran un poco melancólicas pero otras hicieron que sus estomagos dolieran de tanto reír. Realmente ambos disfrutaron tanto como pudieron del otro, y aprovecharon cada segunto de su tiempo juntos, pues bien sabían que su próximo encuentro sería dentro de mucho; y así transcurrió su camino hasta llegar a su destino.
-Creo que llegó el momento de despedirnos joven Han- un pequeño dolor invadió el pecho de Alelí,- me alegró verte de nuevo, escuchar tus experiencias en tu nuevo mundo y saber que has estado bien, me hubiera gustado pasar mucho mas tiempo contigo, pero será en otra ocasión-.
-A mi también me hubiera gustado pasar más tiempo contigo, siento que hablamos en su mayoría sobre mi, me siento un poco apenado sabes- dijo rascando con un poco de nerviosismo su nuca.
-No te preocupes, realmente no han pasado muchas cosas interesantes por aquí, pero bueno debes irte ya, espero volver a vernos pronto y quizá para ese entonces- bajó la mirada y casi susurando para ella misma dijo- tenga las fuerzas para decir "te amo"-.
Han acercó su oido al rostro de la chica.
-¿Qué fue lo último que dijiste? No pude escucharte-.-¡Dije que quizá para ese entonces tu seas más rápido y te apures a entrar a que te den una nueva tarea!- decía gritándole y empujándolo a su destino- como sea- paró de empujar- en serio es hora de despedirnos y para no hacer esto más largo lo haré yo primero- lanzó un pequeño suspiro y continuo- fue bueno verte, y pues bueno, adiós Han-.
-Adiós Ale, te prometo que nos volveremos a ver-.
Ambos se dieron la espalda. Han se iba con una sonrisa en el rostro por haberse encontrado con su mejor amiga, sin embargo ella con cada paso que daba sus sentimientos se revolvían más, estaba feliz de verlo de nuevo, pero también triste de no poder pasar más tiempo con él y el arrepentimiento la atacaba por no haber podido decirle lo que siente por él, pero estaba segura de que lo haría en la proxima oportunidad, o al menos eso creía.
🌙
-Veo que has cumplido con tu trabajo y me encuentro muy agradecido por ello, déjame decirte que hiciste un buen trabajo cuidando de ella- le decía Dios a Han.
-No hay nada que agradecer Señor, usted bien sabe que es un honor para mi cumplir con mi deber-.
-Me alegra escuchar eso Han, y bueno, el siguiente favor que te pediré será cuidar de un hijo mío-.
El joven ángel no había tenido la oportunidad de cuidar a un humano varón, y esa noticia le emocionaba un poco, se preguntaba que tipo de chico sería, quizá uno rudo o ¿a caso sería del tipo tímido?, ¿le gustarán los deportes?..., las preguntas se iban formando una por una en la cabeza del ángel.
-Le prometo mi Señor que cuidaré muy bien de él- hizo una pequeña reverencia y luego volvió a su postura original- le aseguro que me encargaré de cumplir con mi trabajo y no lo decepcionaré-.
-Me alegra verte tan animado y sé que no serías capaz de romper tu promesa mi querido alado- extendió su mano señalando la salida- ahora debes partir pues mi hijo no tardará en llegar a la tierra y debes estar ahí junto a él cuando lo haga-.
Han asintió con la cabeza y se dirigió a su destino, la tierra, para comenzar con la tarea que le acababa de encomendar Dios.

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El castigo de Dios
AcakHan trabajó duro para ser un ángel guardián, pero nunca imaginó enamorarse del chico que debía cuidar, él sabía bien que sería castigado por ello pero ¿Qué tan grave podría ser?