– Bueno, señor Bieber. Ahora que ya ha conocido a los más grandes eruditos detrás del éxito de esta empresa, ¿qué es lo que piensa? –le cuestiona el vice-presidente de la compañía, entusiasmado, como siempre.
Me levanto para salir de la sala. No me interesa en lo más mínimo su respuesta.
– Señorita Betancourt, ¿a dónde se dirige con tanta prisa?–si, olvide mencionarlo. Me cambie el nombre.
– Lo lamento, mi señor –contesto educada–. Tengo cosas más importantes que hacer –si, esa soy yo escupiendo veneno.
Se podría decir que soy la más insoportable de la empresa pero no he venido aquí a que me adoren, si no a trabajar. Hacen lo que yo les ordeno y he sacrificado mucho para estar aquí, no voy a arriesgarlo por nada. Aunque mi actitud no parezca profesional, lo es, lo juro. En el mundo empresarial sobrevive el más fuerte y mi actitud es lo que aun me mantiene en la cima.
–Ay, señorita Betancourt, siempre me hace reír –declara pícaro el señor Zimmerman, vice-presidente antes mencionado.
Sonrío dulcemente, como si me hubiera atrapado en la broma.
– Un placer –declaro y sin más salgo de la sala. Yo tengo permiso para retirarme cuando lo desee, los demás no.
Llego a mi oficina y Jhoan, un practicante de universidad que está a mi servicio, ya esta esperándome.
– Buenos días, señorita Betancourt –saluda nervioso.
Ruedo los ojos.
– Jhoan, por favor. Tengo qué… ¿dos años más que tú? ¿Podrías dejar de hacerme sentir vieja? –pregunto un poco exasperada. Desde hace más de un mes le he insistido en que me llame por mi nombre cuando estemos solos, bueno, al menos por mi nuevo nombre. Cosa que él no sabe, por supuesto.
– De acuerdo, señorita Victoria.
– Bueno, eso es un progreso –comento–. ¿Anuncios? –me dirijo a mi escritorio y él de inmediato está detrás de mí leyendo sus apuntes.
Al principio pensé que era un poco tonto que apuntara todo en vez de solo recordarlo, pero vamos, tengo que darle algo de crédito. Así es mejor, nada se le escapa.
– ... a las cinco de la tarde, y después de eso está la reunión con el congreso.
Claro.
– Gracias, Jhoan –en realidad no he escuchado casi nada de lo que dijo, como siempre. Pero da igual porque me dejara la nota y así podré saber todo lo que tengo que hacer en el día, sin olvidar nada.
– Aquí está la nota –dice y me dirige la libreta al escritorio. Se los dije.
– ¿Puedo ayudarla en algo más, señorita Victoria? –en cuanto termina de formular la pregunta alguien llama a la puerta.
Maldita sea.
Odio que hagan eso. Si no está Jhoan en recepción quienquiera que tenga que decirme algo debe esperar. No acepto mensajes de nadie más que de mi asistente personal.
– Lo lamento, señorita. Iré a atender –pobre, esta temblando.
¡No te voy a golpear, Jhoan, entiéndelo!
– Solo haz pasar a quienquiera que sea –suspiro y dirijo mi vista hacia el computador encendido.
– Adelante, señor –escucho a Jhoan decir así que elevo mi vista para encontrarme con Justin observando detenidamente a Jhoan, conozco esa mirada. Está decidiendo si confiar en él o no.
– Puedes retirarte –escupe.
Y no confió en él…
Jhoan asiente y sale rápidamente de la oficina.
Me pongo de pie y me cruzo de brazos sin decir nada, solo observándolo.
– Un placer verle de nuevo –dice finalmente.
Me ruborizo un poco pero estoy segura de que él no lo nota por el maquillaje en mi rostro. Está tan cerca de mí que casi quiero golpearlo por no reconocerme pero estoy satisfecha de que no lo haga porque al fin de cuentas trabaje mucho para cambiar mi apariencia y mi actitud.
– Sé que es nuevo y por eso me complace ser yo quien le informa esto: No permito que absolutamente nadie le dé órdenes a mi personal. Nadie –recalco la última palabra.
Una mueca graciosa aparece en su bello rostro, y de repente es como si tuviera 19 años de nuevo. Aunque sea por un instante.
– Vaya, lo lamento, señorita Betancourt. Efectivamente, nadie me informo sobre ello.
– Ya lo creo –respondo fría.
JUSTIN.
Maldita sea. Si que tiene carácter. Juro que si sigue con esa actitud voy a tener una erección. Es tan malditamente caliente. En este momento solo quiero romper su perfecta blusa celeste en dos y pasar mis labios por sus pechos. Lo que le haría en esta oficina.
Es enfermo pero es algo más que su belleza y su actitud. Una sensualidad que no había experimentado antes, es como si mi cuerpo la necesitara. Y vaya que lo hace. Mejor dicho, es como si la anhelara. Estar dentro de ella debe ser el paraíso…
–…sino puede irse ahora mismo –escucho que dice y remuevo la cabeza, tratando de aclarar mis ideas.
– ¿Disculpe? –cuestiono.
– ¿Le parezco aburrida, señor Bieber? –sentencia ella con veneno en la voz y ahora lo confirmo. Ella no estaba bromeando en la sala de juntas, de verdad no le importaba un comino lo que yo estaba por decir. Me odia.
– Para nada, pero debe saber que su belleza es una distracción –le sonrío con autosuficiencia.
Bueno, si me va a odiar que sea por algo justificable.
Me lanza una mirada cargada de odio y trato de ignorarla.
– Bella blusa, por cierto –Lo sé, soy un bastardo–. Imagino que se vería mejor sin ella –pero en ninguno momento lo negué. Lo soy.
– Debe aprender a mantener la boca cerrada si quiere permanecer aquí más de un día.
– Tal vez lo haga –digo mordiéndome un labio mientras observo descaradamente su escote.
__(TN)__.
Mis pezones de ponen duros en cuanto escucho su declaración. Mierda, de repente hace más calor aquí. ¿Por qué sigue teniendo ese efecto sobre mí? Aunque ahora es diferente, es intenso. Como si no pudiera controlarlo en absoluto.
Si, puedo recordar cómo se sentían sus labios mientras jugaban con mis pezones. Esa maravillosa sensación de estar en el cielo, imagino que ahora debe ser mejor en ello…
– Le pido que se retire –por favor, mi amor, vete
– No creo que eso sea posible por el momento, el señor Zimmerman me ha mandado directamente con usted –se encoje de hombros fingiendo inocencia.
– ¿A sí? –cuestiono–. ¿Cómo para qué?
– Al parecer tendré la dicha de acompañarla a la junta del congreso el día de hoy.
¿Qué?
Digo, claro que lo hubiera hecho, parte de mi venganza consiste en estar cerca de Justin pero ahora acercarme a él es demasiado peligroso. Estoy cargada de tensión sexual gracias a su estúpida declaración. ¿Qué me detendrá para no bajarle la cremallera y darle la mamada de su vida? Suspiro en señal de rendición.
Las cosas como tienen que ser.
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Del Sexo al Amor solo hay un Paso《Segunda Temporada》
FanfictieDeja que vuelva a acariciar tu pelo, dejame que funda tu pecho en mi pecho. Volvere a pintar de colores el cielo, hare que olvides de una vez el mundo entero. Dejame tan solo que hoy roce tu boca, dejame que voy a detener las horas. Volvere a pintar...