Oblígame, Cejas

712 74 13
                                    

- PELEA DE GATAAAAAAASSSSSSSSSSSSS - 

- MUERETE PERRA - 

- CÁLLATE ESTÚPIDO - 

- Válgame Dios... - 

- EREN - 

- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHH - 

Minutos atrás...

El castaño había llegado a la casa de su tía hacia unos minutos y ya quería matarse.

En primer lugar, la muy maldita de su tía lo había mandado a hacer las compras, ya que "supuestamente" había olvidado comprar unas especias para la comida.

¡Joder, que era viernes!

En esos días, la única tienda que vendía especias estaba prácticamente en el centro y ellos vivían en el casi medio campo, por lo que llegar hasta allá era un completo martirio.

Así que luego de pasar vergüenza con el pastor al haberlo visto vestido con esa maldita camiseta rosada a flores con la que su mamá lo había castigado y haber tenido que soportar al viejo verde de la tienda, llegó a la condenada casa con las especias en mano.

- Emmm... - La mujer rubia tensó los labios al ver lo que el castaño le había traido - Dije que trajeras pimienta molida, no esta, confundiste el orégano con ají... - Le habló, al pobre Eren se le marcaron las venas de la frente - Pero ya que, me las voy a ingeniar... - Luego de eso, se retiró meneando las caderas y con un tono de voz que a cualquiera le daría pena escuchar.

Mientras que el joven de ojos verdes se imaginaba millones maneras de torturarla, su madre le daba uno que otro coscorrón.

- ¡Idiota!, ¿Acaso no ves que me dejas como una estúpida?, ¿Qué pensarán los demás de mi? - Preguntó sin esperar respuesta alguna - De seguro dirán "Carla no sabe criar", "Ya viste al hijo de Carla, es un desastre" ¡Santo cielo, que vergüenza! - Carla siguió hablando sola, lamentándose por haber dejado a ese crío hacer lo que quiera.

- Aish, como si me importara lo que digan... - Murmuró por lo bajo, cruzado de brazos, como si estuviera encaprichado.

Y bueno, al poco rato llegó la odiosa de su tía a avisarle que la cena estaba lista y que debían de sentarse en la mesa.

- Estúpida bruja... - Murmuró Eren al verse sentado en la mesa de los niños, los cuales lo usaban como un juguete, le pintaban las uñas, lo peinaban, maquillaban y pegaban brillantina en su rostro, sus primas adoraban maltratar su pobre cuerpo, mientras que sus primos únicamente se reían de su desgracia.

- Parece que Eren la está pasando bien con los pequeños - Oyó comentar a la rubia, casi inconsciente apretó la mandíbula - Se llevan tan bien con él... - Dina fingió una sonrisa, mientras Carla reía.

- Tranquila, Querida, él siempre se llevó bien con ellos, los adora - 

Si la pobre Carla supiera cómo los maldecía y les hacía brujería...

La cena pasó con muchas risas y regaños para el castaño, luego, llegó el momento en el que todos debían retirarse a sus hogares y Eren no podía sentirse más feliz, por fin se libraría de sus odiosos primos junto con la bruja de su tía, por lo que dando pequeños saltos, se dirigió a la puerta de entrada, donde Dina saludaba a cada uno de los familiares con un beso en la mejilla.

Uno a uno fueron pasando, primero Grisha, luego Zeke seguido de Carla y por último el joven castaño, pero cuando por al lado de la rubia, ésta hizo un comentario que lo puso alerta.

- Debes de tener muchos secretos escondidos bajo la manga, Eren, porque tu cuerpo está perfecto, digo, después de las tantas cogidas que tuviste, sigue igual, ¿Cómo lo haces? - Le susurró al oído, mientras una sonrisa socarrona surcaba su estúpido rostro, o eso fue lo que imaginó el castaño.

Las Locuras de Eren JaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora