¿Capricho?

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- Mamiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii - la molesta voz chillona de Eren atormentaba a su madre desde hacía como tres horas atrás, la mujer estaba harta, pero no iba a darle lo que quería, ya eran demasiados caprichos.

- Una vez más, una puta vez más, Eren, y juro que te corto el pito - Dijo, Eren no hizo caso y volvió a su tarea de molestar a su madre, sabía que era demasiado buena como para hacerle tal crueldad, así que no había peligro.

- Maaaaaaaamiiiiiiiiiii - Repitió, un tic se apoderó del ojo derecho de su madre, quien intentaba beber un café tranquilamente, pero con su hijo menor ahí, eso sería imposible.

Eren hizo un puchero y se cruzó de brazos sentándose en el sillón individual, quería que su madre le prestara atención, pero al parecer, estaba mucho más ocupada tomando su "cafecito mañanero" y eso lo molestaba, no le gustaba (Odiaba) que lo ignoraran, así que haría que su madre le prestara atención.

Una idea pasó por su mente, y con una gran sonrisa, se dirigió al comedor.

- AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHH - El grito que soltó fue por más desgarrador, había llevado a su garganta uno de los cuchillos que su madre usaba, su idea era fingir que había sido atacado, pero nuevamente fue ignorado.

- Carajo... - Escupió en voz baja, Carla lo escuchó y lo regañó, pensó que si seguía maldiciendo, le daría atención - Carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo, carajo... - Repetía y repetía, pero su madre ni lo miró, sacó de su bolso la notebook y comenzó a teclear en ella, su hijo nuevamente hizo puchero.

Recordó que a su madre no le gustaba el desorden, así que se acercó a la biblioteca y comenzó a desordenar los libros (Que estaban en orden  alfabético), colocándolos en cualquier lado que se le ocurriera.

- Mami, ¿Me miras? - Dijo, Carla se giró y lo miró seria, los lentes que llevaba puestos parecieron brillar, pero nuevamente, no dijo nada acerca del desorden, tampoco dijo nada por las molestias de su hijo, simplemente tecleó de nueva cuenta en su ordenador portátil, Eren no comprendía que tanto hacía ahí.

Eren llevó una mano a su pecho, algo ofendido, ¿De veras lo ignoró?, ¡Santa Ymir!, esto no se quedaría así, haría cuanto desorden quisiera, rompería muchas, pero muchas de las reglas que su madre se había empeñado en hacer, poco le importaban, de todos modos.

Sacó sus patines del armario y se los colocó, bajó por las escaleras con ellos puesto, luego saltó y se deslizó por toda la sala junto con gran parte de la cocina, rayando el piso a su alrededor con las gomas a modo de freno, luego subió a la mesada haciendo uno de los tantos trucos que sabía, Carla odiaba que andara con los patines dentro y era por eso que lo hacía

Se paró frente a su madre con un brazo en la cintura, mientras mascaba chicle estruendosamente y se peinaba el cabello, por decimocuarta vez, fue ignorado, eso lo hizo arder en furia, llevaba toda la puta mañana haciendo miles de intentos para que su madre le hablara, pero nada obtenía, ni siquiera le hizo el desayuno, no sabía porqué mierda estaba enojada, él no había echo nada.

Se sacó sus patines y sacó su bicicleta, andó por cada rincón de la casa haciendo sonar la campanilla que tenía, las ruedas estaban empapadas de barro, lo que hacía que el piso se ensuciara, aún así no obtuvo reacción alguna de su madre, salió de la casa y nuevamente hizo sonar la campanilla, inmediatamente los perros de los vecinos comenzaron a ladrar, haciendo mucho ruido, que era por demás molesto.

Se le ocurrió tomar la cierra eléctrica de su padre, luego de hacerlo la encendió ahí mismo en la sala, el aparato comenzó a moverse y con el empezó el ruido, a pesar de andar temblando, seguía manteniéndola al lado de Carla, sin respuesta, salió afuera y podó unos cuantos de los árboles que allí tenían, en el camino se encontró con una ardilla, la muy pendeja le había mordido, y puta que le dolía.

Las Locuras de Eren JaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora