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Los chicos se están preparando para el concierto de hoy, aquí en el Alexandra Place.

Yo estaba sentada en el sofá, y Roger estaba practicamente encima de mi, no me molestaba, hasta que apareció el demonio

—¡Hola, Roggie! —exclamó esa voz de pito.

¿Otra vez la comeflor esa?

Inmediatamente empujé a Roger.

—¿Y eso por que? —preguntó el rubio frunciendo el ceño, y levantándose del piso con evidente confusión.

—Tu sabes — me levanté.

Fui con Brian a hablar, ya que Freddie no se por donde andaba y Deacon estaba en el baño.

—Entonces, ¿con quien pasarás la navidad? —preguntó May.

—Con mi familia, algunos tíos y primos de Australia vendrán acá, pero podemos reunirnos después de noche buena —propuse.

—Me parece bien, hay que avisarle a los chicos.

—Bien —Sonreí —Ahora, es hora de que triunfen, iré a buscar a Deacon y a Fred.

Salí a buscarlos, Fred andaba hablando con un chico, y Deacky... a Deacky le coqueteaba una chica, me dio risa, porque estaba rojo de la verguenza y no sabía como deshacerse de ella.

—Eres muy guapo —Le dijo la chica.

—G-gra...cias —habló muriendose de la pena, quise soltar una gran carcajada, pero me aguanté.

—Deberíamos salir, tu y yo, solos...

—N-no, bu..bueno, s-solo qu...

—Deacy, cariño te andaba buscando —hablé entrando en la conversación, dándole un beso a John y poniendome a su lado —Hola, soy Allyson, ¿tu eres?

—Soy Sabrina, y ya me voy, adiós.

Se fue más rápido que flash.

—Gracias —agradeció, ahora calmado.

—No hay de que, y ahora, hay un concierto que dar.

—Cierto —recordó, y casi por instinto iba a correr al escenario, pero lo detuve.

—Deacy...

—¿Que pasó? tengo que ir al escenario.

—¿No crees que olvidas algo? —pregunté alzando una ceja.

—No, ¿por que?

—Deacy, el bajo está en el camerino.

—¡Ah¡ ¡cierto! ¡cierto! ¡cierto!

Se fue corriendo mientras yo reía.




El concierto había culminado, Queen siempre se luce en cada uno, fue fantástico.

Al terminar fui al camerino a esperarlos, junto con Dalia y Ariana.

Cuando entraron vi que Ariana iba a darle un beso a Roger, cuando estuvo cerca la empujé y abracé al rubio, quien rió.

—Roger, que linda tu novia, ¿que raza es? —pregunté.

Lo hice con todo el afán de buscar pleito.

—¡Eres una estúpida! —gritó enojada.

Si las perras brillaran ella sería el sol.

—Por suerte no me importa tu opinión.

Estrellas  // Roger TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora