ᴡᴀɴᴛꜱ

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Agradeció haber comprado mucha comida demás pues había estado postrado en cama durante otros dos días sin posibilidad de levantarse a caminar o siquiera ir al hospital, el dolor físico que sentía era insoportable y con suerte se podía dirigir al b...

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Agradeció haber comprado mucha comida demás pues había estado postrado en cama durante otros dos días sin posibilidad de levantarse a caminar o siquiera ir al hospital, el dolor físico que sentía era insoportable y con suerte se podía dirigir al baño para poder hacer sus necesidades. La tos no había estado tan mal como había estado siendo pero con suerte podía respirar bien, utilizó de a ratos el tanque de oxígeno, ya casi no le quedaba nada en él por lo que tendría que salir a comprar otro rápidamente. Recordó las palabras de su médico diciéndole que debería estar con su familia y que ellos podrían ayudarlo pero no podía dejar que ellos tuvieran que soportar todo lo que le estaba sucediendo, era mejor que no se enteraran de nada, después de todo, sus padres eran adultos mayores y podrían sufrir las consecuencias de exaltarse por lo sucedido. Su corazón le exigía llamar a Iwaizumi, le exigía que fuera él quien lo cuidara como lo había hecho durante tantos años. 

Pero quizás lo reclamaba tanto porque jamás lo había dejado de amar y porque se llevaría aquel secreto a la tumba a ese paso, aquel secreto junto a la noche que habían pasado gracias a una borrachera monumental. Sonrió amargamente hecho bollito sobre su cama, sus brazos abrazaban su estómago haciendo un poco de presión en busca de un alivio que jamás llegó, necesitaba unas medicinas que se le habían acabado pero ciertamente no podía salir de ese modo.

No podía retrasar más la salida por más dolor que sintiera, tomó su última pastilla y con pesar, se fue preparando como pudo para salir. Su piel estaba peor de lo que antes estaba, el color que tenía en sus mejillas era gracias a la fiebre que lo estaba azotando ferozmente, debía tener unos treinta y nueve grados aproximadamente. Tosió como pudo, no tenía las fuerzas para hacerlo bien, sentía que en cualquier momento su cuerpo se estamparía contra el suelo. A la mierda los medicamentos, tenía que llegar al hospital antes de que algo peor sucediera. Se colocó la cánula transparente como pudo y abrió el tanque de oxígeno, cerró sus ojos en pos de disfrutar el aire que se suponía que llegaría pero jamás llegó, el tanque se había vaciado por completo. Gruñó molesto y se arrancó la cánula de la cara sin paciencia ni escrúpulos. Jadeó por el brusco movimiento intentando retomar el aire. 

—Vamos, Toto. Pudiste con peores cosas, no te rindas ahora.— Murmuró como pudo recordando el apodo que le habían puesto en Argentina.

Con ayuda de un mueble, se puso de pie como pudo sosteniéndose con el mueble de madera. Llamar a una ambulancia sería demasiado escandaloso, no podía permitirse hacer algo como ello por más de que fuera necesario. Se colocó el barbijo y tomó su celular, definitivamente no podría hacerlo por su cuenta y necesitaba ayuda, debía dejar de ser tan orgulloso y llamar de una maldita vez a alguien para que lo asistiera hasta el hospital. Por su mente solo cruzó llamar a una persona en específico, persona a la que le marcó para luego sentado al suelo perdiendo sus pocas energías y maldita sea la tos que se hacía presente en un momento como era aquel. Iwaizumi solo podía ir como Oikawa parecía estar ahogándose en la otra línea.

—¡Oikawa!— Lo llamó a los gritos por quinta vez logrando llamar la atención del nombrado.

El castaño escupió sobre el suelo la mucosidad que se encontraba en su garganta, de otro modo no podría hablar.

ᴛʜᴇ ꜱʜᴏᴡ ᴍᴜꜱᴛ ɢᴏ ᴏɴ; ɪᴡᴀᴏɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora