Capitulo 11

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Era increíble, simplemente no lo podía creer. ¿Me había ignorado? Eso parecía, había quedado como una mentirosa frente a mi mejor amiga. Y como si eso fuera poco, Bae Joohyun había puesto sus ojos en ella. ¿Por qué en ella? ¿Por qué habiendo tantas mujeres lindas en el colegio tenía que fijarse en exactamente en Jennie? Y no me iba a mentir, su hermanita Mina tenía mucho que ver en el asunto. Yo sabía que me odiaba, ¿Qué rayos me veía de malo? Ni siquiera se dio la oportunidad de conocerme. No, ella me odio desde el primer día en el que me conoció. Claramente ella había tenido mucho que ver en ese asunto. No era justo, no lo sentía justo para mí, ¿Qué le hice de malo a ella? Nada que yo recuerde. Lo único que podía hacer, era esperar para ver si podía hablar con Jennie o seguía ignorándome.

Llegue a mi casa luego de la jornada estudiantil, almorcé y fui a mi habitación para hacer los trabajos que me habían mandado. No podía concentrarme y así no podía estudiar, así que baje al primer piso, caminé hacia la sala y me senté a un lado de mi madre quien veía televisión. Estuve allí unos minutos mirando la telenovela de mi mamá que por cierto no le preste atención.

— ¿Pasa algo, hija? —Pregunto mi mamá pensativa.

—No. —Negué con la cabeza.

—Te conozco, Lisa. Dime que pasa.

La mire a los ojos, no me sentía cómoda como para hablar con ella de esos temas.

—No puedo concentrarme para hacer los trabajos que me mandaron, siempre los hago en unos minutos, pero no sé qué pasa hoy. —Baje la mirada.

—Lisa... Eres la mejor, y tú lo sabes. —Se quedó en silencio por unos segundos. — ¿Por qué no vas afuera y me ayudas a regar unas matas?

—Claro. —Necesitaba concentrarme en otra cosa.

Me levante de la silla y camine hacia la cocina. Tomé un balde con agua y salí de la casa, fui hasta el jardín que mi madre mantenía muy hermoso con sus flores y matas y entonces les eché agua por encima de ellas. Aproveche mi estadía allí para ayudarle a mi madre a quitarlas hojas malas de las matas.

Pude observar que mi querida vecina iba en camino para su casa, al parecer ya había estado en ella porque se había cambiado de ropa. Me di cuenta que amaba los vestidos porque justamente llevaba uno puesto. Se veía tan condenadamente bien. Aunque, el recordar que no me había determinado en la mañana me puso molesta de nuevo, así que preferí bajar la cabeza y seguir con lo mío.

El resonar de sus tacones cada vez se acercaba más, tenía que pasar por mi casa para poder llegar a la suya. Decidí voltearme para echarle agua a una matera y pasar desapercibida.

— ¿Lisa? —Su Dulce y delicada voz pronunciando mi nombre interrumpió lo que hacía.

Me giré para poder verla, la encontré parada en frente mío. Estaba solo a unos centímetros.

—Hola. —Le dije con seriedad.

— ¿Estás ayudándole a tu mamá con el jardín, o es tu jardín? —Preguntó riendo.

—Es el jardín de mamá, solo le ayudo. —Respondí sin expresión alguna en mi rostro.

Ella me miro por unos segundos.

— ¿Pasa algo? —Pregunto.

Eso mismo quería preguntarle en ese mismo instante. Pero aun así...

—No. —Respondí y me gire para terminar de regar la matera.

Me costaba ser fría cuando lo único que me provocaba era mirarla y le decirle lo hermosa que estaba. Pero, ¿en realidad tenía una razón para estar molesta?

—Lisa. —Se acercó a mí y se paró a un lado. — ¿Ya no quieres hablar conmigo? —Pregunto.

¿Qué demonios le pasaba?

— ¿Eh? —seguí sin mirarla.

Si la miraba lo más seguro era que quisiera devorarla a besos, y ella se daría cuenta.

—Estas molesta. —Afirmo.

Me anime a mirarla, lo hice y la vi mirándome atenta.

—Bueno, me ignoraste en la tarde. —Le dije.

—Lisa... yo... yo no te vi. —Intento hablar, pero se enredaba con las palabras. —Solo te vi cuando saliste de la sala de almuerzos, y me era imposible salir corriendo detrás de ti.

—Mira, yo sé que... las chicas como tú no salen con chicas como yo, sé que puede darte pena que te vean saludándome, no te culpo por eso. Pero... —Me interrumpió.

— ¡Lisa! Mira, no te vi. ¿Está bien? —Dijo. —Si quieres dejar las cosas así, está bien. —Agregó.

La vi con intención de irse, no podía dejar que se fuera.

—Espera. —La tomé del brazo, ella me miro. —Lo siento, pensé que me estabas ignorando.

Me miro por unos segundos, me detallaba por completo.

—Me gusta cómo se te ve esa blusa gris. —Se mordió el labio inferior.

Con solo escuchar esas palabras mi cuerpo reacciono. Era increíble lo que hacía en mí.

— ¿Enserio? —Eché un vistazo a mi blusa de cuello en V, que resaltaba un poco mis pechos. —Gracias. —La mire.

— ¿Ya no estas molesta? —Preguntó.

Su mano vino a mi cabello y lo acaricio.

—No, no puedo estar molesta contigo.

Ella sonrió.

— ¿Sabes? —Se acercó, y me abrazo por el cuello. —Te extrañe, mucho. —Susurró en mi oído. —Aunque no nos conozcamos hace mucho, extrañe los besos que me diste el viernes en la noche.

Hablaba en un tonó tan sexy que sentía que iba matarme, no pude contenerme de llevar mis manos hasta su cintura para mantenerla cerca.

—Y quería verte, pero no pude porque fui a visitar a mi abuela, y mientras estaba allí solo pude pensar en ti y en todo lo que me hiciste sentir con solo darme unos besos. Eres tan sexy Lisa. —Mordió mi cuello suavemente.

—Oh. —Gemí levemente.

— ¿Puedes ir a mi casa esta noche? —Susurró.

—Claro... —Asentí. —También te extrañe, no dejé de pensarte. —No me contuve para decirle.

— ¿Enserio? —Se alejó lo suficiente para mirarme a los ojos.

—Sí. —Intente darle un beso pero ella volteo su rostro.

—No, Lisa. —Besó mi mejilla. —Esta noche en mi casa es mejor. —Me miro coqueta.

—Entonces esta noche iré a tu casa, cumplidamente. —Dije nerviosa.

—Bien... —Se alejó de mí. —Te veo en la noche.

Dicho esto se fue caminando por la acera mientras yo la miraba embobada. Moría de nervios por saber que iba a pasar en la noche.

Enamorada de mi Vecina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora