D i e c i o c h o

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Le hablé a muchos de él pero no todos le aceptaron, habían personas que no creían otras personas eran buenas pero desagradecidas y muchas simplemente malas, que no querían reconocer su gloria.

El me dijo que no me preocupara, que no todas las personas le aceptarían pero que persistiera porque la palabra que les estaba dando era viva y que aunque yo no lo supiera la semilla que había plantado, él le había dado crecimiento tiempo después. Y me alegré con solo pensar que mi esfuerzo no era en vano, comprendí que la palabra cumple el propósito con el que amigo la envía. Él tiene el control.

Sigamos predicando a Jesús sin importar que nos ignoreno mejor dicho; lo ignoren a él— porque así como un día Dios en su inmensa misericordia permitió que la palabra llegara a nosotros y nos transformara, tal vez muchos pasando por procesos o situaciones peores que otros, pero aun así el nos miró con amor. También quiere y a transformar a otros y nosotros somos su instrumento. Proclamemos su nombre en todos lados.

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