V e i n t i s i e t e

14 7 0
                                    

Solo bastaba ser consciente de mi pecado para que la culpabilidad me acechara e intentara envolverme con sus mentiras. La voz de amigo me ayuda, me levanta y no me destruye.  Se equivocaba el enemigo si pensaba que esta oveja no reconocería la voz de su pastor. 

Bien amigo me lo advirtió. Ese día en su silencio, es que aún estando mudo él me hablaba.

Justicia. Debía ser consciente mucho más que del pecado que ya Dios me justificó por medio de Jesús—justicia implantada— y así me hizo libre de culpas, ahora me toca a mi hacerme justo en él. OJO, eso jamás significó que podría jugar con el pecado porque eso también es jugar con la sangre de amigo, uno no peca porque quiere. Pero mientras más piensas en ello más lo prácticas y más te culpas.

OnlineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora