Te digo adiós y acaso........

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POEMA DE LA DESPEDIDA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizás no he de olvidarte, pero te digo adiós.

No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

José Ángel Buesa

Cenizas danzantes alrededor de la estructura destrozada, bailando sobre las llamas naranjas y rojizas con ayuda del viento que avivaba el mismo fuego a continuar ardiendo, el mismo viento que elevaba más y más el humo resultante de la casa cada vez más achicharrada y destrozada.

Se quedó mirando esas llamas danzantes, hasta que nada quedó de ese lugar y finalmente los truenos resonaron a la distancia, anunciando el comienzo de una tormenta.

Cuando al pequeño mago Babidi iluminó sus manos, no hubo ninguna reacción resultante ante esa acción, nadie en el stadium podría decir que hubiera visto o notado algo o siquiera haber percibido o sentido alguna cosa. No, ninguno pudo darse cuenta del pequeño cambio que acababa de suceder en uno de los participantes.

Fue como un cosquilleo en la base de la nuca, apenas perceptible al principio, luego se volvió un murmullo, un susurro y finalmente una desagradable y chillona voz que no dejaba de hablar, ordenar y sugerir. Para alguien que ya había tenido experiencia con voces que parecían salir de la nada, le tomo un minuto más de lo normal en incomodarse por la molesta voz. Pero cuando por fin cayó en cuenta de quién podría ser y lo que sugería. El comentador intentaba llamar su atención para comenzar la pelea y él solo lo miro de reojo, mientras se masajeaba las sienes tratando de ignorar las sugerencias que le daba aquel monstruo.

- Si no quieres ceder, tal vez debería controlar a tu amigo - sugirió la voz aún con más malignidad en el tono.

- No, a él no.

Respondió por fin dispuesto a dejarse controlar por esa criatura. Pero solo una risa fría fue lo que escucho en respuesta.

- Elegiste muy tarde.

De inmediato un grito de dolor desgarro el alrededor.

El beso estaba subiendo de nivel demasiado rápido, sus alientos se mezclaban, sus respiraciones eran cada vez más entrecortadas por la necesidad de no romper ese beso a pesar de que empezaba a faltarles el aire, sus manos inquietas recorrían el cuerpo del otro con desesperación y necesidad.

Se separaron apenas medio minuto, se miraron un momento con las mejillas enrojecidas y con el deseo latiendo en el cuerpo de ambos, podrían haber parado, aún estaban a tiempo, pero tampoco fue el caso en ese momento. Volvieron a unirse en otro beso desesperado, mientras sus manos se volvían a recorrer con ansiedad y deseo en cada caricia, la ropa estorbaba demasiado en ese momento. La camiseta de Goku quedó tirada en el piso, mientras que el canguro de Vegeta voló a alguna zona entre los sillones. Sus torsos desnudos, piel con piel, contacto en un instante de sus cuerpos calientes y necesitados.

Después de... ti           (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora