XVII

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«𝖫𝖺 𝖼𝗂𝗍𝖺 [𝟣/𝟤]»

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«𝖫𝖺 𝖼𝗂𝗍𝖺 [𝟣/𝟤]»

A la mañana del sábado, Hoseok despertó de un sobresalto en su cama, revolviendo las mantas con las mejillas encendidas y el corazón agitado, en ascuas. Tras aquella tarde, todo lo que había vivido con YoonGi parecía un sueño, aún inconcluso y misterioso. No podía creer que el roce de sus manos se sintiese tan cálido y persistente en sus mejillas, o quizá sería él mismo, de la vergüenza de reconocer que le había dado una oportunidad a un alfa por primera vez en tantos años. Era tan inexperto en el amor, que sólo sus novelas románticas consistían su conocimiento sobre el mismo sentimiento, aquellos relatos tan perfectamente calculados como para coexistir con la realidad en la que vivían.

El pelirrojo meditó unos segundos lo que evidentemente no pensó en el momento de la confesión; ¡Claro! No lo había pensado. En eso consistía el amor, en no pensar, y ni siquiera la opción de arrepentirse estaba entre sus posibilidades. Le había dado una oportunidad a YoonGi y no había sido él, ni mucho menos su razón desconfiada, sino su omega, la parte más profunda de su ser que había permanecido adormecida e incapaz de reaccionar por tanto tiempo.

Hoseok dejó caer su espalda al colchón con suavidad al ritmo de un hondo y lento suspiro, ¿por cuánto tiempo se retuvo y se adormeció a sí mismo debido a la oscura realidad que siempre le había acechado? No todo sería tan fácil, las pruebas se le presentaban diariamente, en todos aquellos pobres omegas maltratados o los cachorros huérfanos del hospital que por desgracia acababan en sus manos. Todos los llantos, lamentos y sueños rotos hacían eco en su cabeza, los intentos de aquellos que quisieron pasar al mundo perfecto de un amorío perfecto y acabaron sellados en el peor de los infiernos. La única salvación era, como Hoseok estaba, en el indiferente intermedio, en la nada que empujaba a uno a saltar a cualquier lado.

Pero por alguna razón, pensar en los ojos y en las sonrisas burlonas, pero tan atractivas de YoonGi era como la tentación de Adán y Eva; tentado de querer y de probar. Quizá él tuviese suerte aquella vez, y el azabache no aprovecharía sus debilidades más internas, quizá le podría comprender bajo el significado justo del amor. Quizá, sólo quizá.

Aún era muy pronto para afirmar.

Debido a los turnos tan intensos y constantes del hospital, aquel sábado sería el primero que podía tener libre en semanas, agradeciéndole a Namjoon por tomar parte de sus cargos para que pudiese respirar tranquilo. Echaba en falta ver al cardiólogo, ya que desde todo el giro de acontecimientos que se les habían presentado a ambos, tampoco habían gozado de tiempo para su amistad. Aunque siempre sabían que contarían el uno con el otro, incluso si uno estuviese en Saturno, y otro en Júpiter.

Hoseok sonrió, recobrando todas las fuerzas para volver a incorporarse y sacar en orden su cuerpo de la agradable comodidad de la cama. Por el principio de sus muslos resbaló el limite de un hermoso camisón blanquecino que se elevó por unos instantes cuando estiraba sus brazos, ofreciendo una vista tan tentadora para el que tuviese la suerte de poner el ojo. Aunque claro, el omega era así de despreocupado y liberal porque estaba en su propio hogar; su propia habitación decorada con detalles carmesí y la madera dura del suelo sobre la que podía posar sus delicados pies cómodamente.

Hey, no. ➝ (솝) YoonSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora