¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝖯𝖺𝗌𝖺𝖽𝗈𝗒𝗉𝗋𝖾𝗌𝖾𝗇𝗍𝖾
La ciudad quedó atrapada por la lluvia aquella noche, pocas horas después de que Hoseok echase las llaves de su casa e hiciese su parada por diversas partes de la casa para dejar caer sus accesorios, y quizá trozos de su corazón abatido, asustado y perdido. Llegar a la cama resultó el mayor de los consuelos para él, aunque el clima le encerraba en sus peores recuerdos.
Hacía muchos años que el omega odiaba la lluvia, además de por simple preferencia al sol y al buen clima, pensaba en ello como una condena que le imponía un ser supremo. Las nubes eclipsaban todo rastro de luz y las gotas se te clavaban como cuchillos hasta dejarte inerte por el frío. La peor noche de su vida también estuvo marcada por una lluvia de sangre, fluidos, lágrimas y gritos.
Se le vinieron a la mente unos ojos del mismo color cristalino que el temporal, azulados y fríos, un cabello plateado y el rostro más apuesto de su orfanato. Kim Taehyung.
Esa noche pasada todos los jóvenes habían tenido su primer celo y se habían presentado como alfas y omegas. La irresponsabilidad de los superiores sería la perdición de Hoseok, su sonrisa...
Y su virginidad.
Aquella noche pasada y lluviosa tres jóvenes alfas habían llevado a cabo un plan que estuvo en sus manos mucho tiempo, y que no había pasado desapercibido para un Taehyung más joven, pero no por ello menos inteligente. A la medianoche lo dieron por comenzado, unos cuatro pares de pisadas, uno más alejado de los otros, irrumpían silenciosamente en el lugar de los omegas para llevarse una cabellera rojiza a la que amordazaron cuando se despertó y empezó a moverse para que le soltaran.
Atrás de una cabaña lo acorralaron, entre risas y miradas deseosas sin un mínimo rastro de empatía o buenas intenciones en sus ojos. Un pequeño Hoseok recién presentado como omega temblaba de miedo hasta quedarse sin voz, ser incapaz de gritar por ayuda. En ese momento un rayito de luz se le presentó como el joven alfa Taehyung, que aunque como podría suceder en la mayoría de situaciones de héroes y malvados, fue incapaz de salvarlo de la catástrofe.
Primero lo vio interponerse entre él y los otros, intentando tender a razón con ellos, cosa que resultó imposible por el instinto tan primitivo e imprudente que les cegaba. Luego comenzaron los golpes, que en un punto Taehyung pudo contener hasta que la sangre corría por su rostro, tirado en otro lado de la parte trasera de la cabaña. Lo patearon hasta casi desfallecer, y después capturaron a Hoseok entre sus garras.
Cada lágrima y grito desgarrador del pequeño omega quedó grabado en su pobre y vulnerado cuerpo hasta muchos años después, donde estaba ahora, retorciéndose en la cama de miedo bajo la lluvia. La única diferencia es que Taehyung no estaba ahí para abrazarlo, lleno de moratones y sangre, susurrando miles de disculpas por no haber podido protegerlo.
