Capítulo 11

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—¡Siento que moriré!

Mi corazón casi explota durante el tiempo que estuve en ese auto.

—La canción.

Gire mi cuerpo y tome una almohada donde enterré mi rostro lleno de vergüenza.

Recordé el como solía cantarla con esta espantosa voz.

—¡Qué vergüenza!

Rodé un momento por la cama hasta que logré calmarme un poco. Llame a Paulette y le pregunte por Davet.

Después de confirmar que ya está dormido y con bien, me quite el vestido y maquillaje. Apague las luces y entre a la cama.

No logre conciliar el sueño de inmediato, pero logre dormir al menos 4 horas.

—Bien, ¿cómo te has sentido en estos 2 meses?

El paciente con el que estaba comenzó a hablarme del cómo se siente y una agradable conversación surgió.

—Me gusta muchos usted doctora.

—¿Que? ¿Enserio?

—Si, es muy buena y alegre. Siento que puedo confiar en usted, además es muy hermosa.

Me reí un poco y agradecí, pero lamentablemente la hora termino y tuvimos que despedirnos.

—Su hijo lo está haciendo bien, ahora sonríe y habla más fácilmente.

—Si, muchas gracias doctora. Mi hijo volvió a sonreír después de mucho tiempo y también comenzó a hablar con su hermana pequeña.

—¿Como está el ambiente con su padrastro?

—Oh, mi hijo ya no es tan violento con él e incluso se disculpó por los malos momentos que le hizo pasar. Puedo notar que aún es incómodo para ambos, pero lo están intentan. Eso es más que suficiente.

Sonreí y miré al pequeños que esperaba cerca de la puerta mientras yo hablaba con su madre.

—La pérdida de su padre fue muy dura y la llegada de un nuevo hombre que tendría que ver como un padre lo dejo en un total shock. Para él era un intruso que intentaba arrebatarle a su madre. Era comprensible su comportamiento al imaginar el miedo que tenia de perder a su madre cuando 2 años atrás había perdido a su padre. Ambas son situaciones diferentes, pero para la mente de un niño, es casi lo mismo.

—Pero gracias a usted todo ha mejorado. De verdad muchas gracias doctora.

Me despedí de ambas personas y regresa a mi pequeña oficina. Me relaje y espere al siguiente paciente que tendría que llegar en menos de 15 minutos.

Pero entonces una llamada me hizo tomar el celular y contestar.

<Hola, Jim ¿cómo fue?>

<Todo salió bien. Davet inicio clases la próxima semana>

Suspire.

<Perfecto. Cuando tenga tiempo lo llevare a comprar el uniforme>

<Sobre eso... ¿No hay problema si me ocupo de eso? Lo llevare en mi día libre y también le comprare lo que necesite, quiero pasar todo el día con el>

Sonreí.

<Claro, no hay problema. Él se alegrará mucho cuando lo sepa.>

Después de esa llamada, seguí atendiendo a mis pacientes del día y un poco pasadas de las 9, regresé a casa.

—¡Mamá!

Davet corrió feliz a mí y abrazo mi cintura.

—Hola mi amor.

Cenizas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora