xiii. Familia dispersa

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17 años

Dos pares de ojos observaban a JaeMin en silencio desde el otro lado de la mesa. Aquellos ojos pertenecían a las hijas de la novia de su padre, gemelas. Ambas de once. JaeMin se removió incómodo. Ellas estaban siguiendo cada uno de sus movimientos, y pese a que estaba acostumbrado, se le hacía molesto.

Tal vez fuera toda la atmósfera. JaeMin y RenJun habían sido invitados a una cena en casa de su padre por sus cumpleaños número diecisiete. Estaba claro que ninguno de ellos quería que la cena se diese a lugar, y solamente se limitaban a seguir la corriente. La novia de su padre, Irene, parecía ser la única inconsciente de lo engorrosa que era la situación.

—Chicas —dijo ella, tocando la muñeca de la pequeña muchacha rubia que estaba más cerca de ella—. No miren fijamente y coman su comida.

—Está bien —murmuró JaeMin, sonriendo para ellas.

JunMyeon aclaró su garganta.

—Desde que las niñas se mudaron, de todo lo que escuchamos hablar es sobre la banda, hora tras hora...

—Tengo posters por toda mi pared —dijo una de las chicas con timidez. Su hermana le dio un codazo, sonrojándose furiosamente—. ¿Qué? Los tengo.

RenJun, que se había sentado junto a JaeMin, le sonrió a la pequeña niña, aunque JaeMin podía ver como la situación le estaba agotando. Acababan de grabar su último álbum, y la última cosa que querían era pasar una noche con su padre y su nueva familia.

No habían querido hacer algo ni siquiera por su cumpleaños, así de desgastados estaban. Además que se necesitaban mutuamente; pasar un mes entero, apretujados en un mismo pequeño bungalow con JeNo y DongHyuk casi había borrado sus vidas sexuales.

JaeMin había querido pasar la noche en la cama, de preferencia con RenJun y una botella de su lubricante favorito. Había hecho todo tipo de planes para su hermano (incluso alquiló una habitación de hotel en la ciudad), planes que le hacían que sus manos sudaran y que su ingle quemara de deseo.

Pero JunMyeon había llamado esa mañana con sus propios planes y Sulli insistió en que le dieran otra oportunidad a su padre. No lo habían visto o tenido noticias de él en meses, y aunque el corazón de JaeMin estuviera frío para el hombre, no podía decirle no a RenJun.

Su hermano quería que las cosas estuviera bien con JunMyeon, especialmente ahora que se sentía tan desconectado de su madre.

—Puedo firmar algunos de ellos. En realidad, todo lo que quieras —le dijo RenJun a la pequeña niña, y el rubor que se extendió por sus mejillas igualó al de su gemela—. ¿Sabían que JaeMinnie y yo somos gemelos como ustedes?

—Sí, sabemos todo —habló la menos tímida, casi orgullosamente. Y luego estalló en risitas—. ¡Aunque ustedes no se parecen!

—Eso es culpa de JaeMin, estaba cansado de mí así que no quería mirarse al espejo y ver a alguien igual a mí —respondió RenJun, sonriendo. JaeMin se desplomó un poco en su silla, su estómago se sentía enfermo con lo amigable que estaba actuando RenJun. Era una estrella, hasta la médula. Un verdadero intérprete.

—Yo quiero un tatuaje de una estrella como la tuya. Acabo de verlo en Bravo —dijo la otra chica tranquilamente—. ¿Te dolió?

JunMyeon bajó su tenedor. —No lo creo.

RenJun miró a su padre y, a continuación, a las chicas.

—No, sólo me dio cosquillas. Muchas cosquillas.

—Todavía no puedo creer que tu madre te haya permitido hacerte todo eso —murmuró JunMyeon.

—¿Todo qué? —preguntó JaeMin, observando a su padre a los ojos por primera vez en años. JunMyeon le devolvió la mirada, y no había absolutamente ninguna emoción.

𝐍𝐨 𝐥𝐞 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐚 𝐦𝐚𝐦á '𝐉𝐀𝐄𝐌𝐑𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora