ii. Monstruos debajo de la cama y duendes en el closet

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8 años

—Señora Na, por favor tome asiento —indicó el Sr. Oh, profesor de segundo grado de los hermanos, mientras se sentaba en su escritorio.

Sulli hizo un ligero gesto de desagrado al ser llamada "Sra. Na"; el divorcio había finalizado meses atrás, pero no dijo nada. Estaba cansada de explicarse ella misma y su situación a extraños.

—Supongo que se estará preguntando por qué le pedí que viniera hoy —dijo el profesor Oh, Oh SeHun.

—Espero que no sea algo muy malo —respondió Sulli, estrujando sus manos.

El profesor sonrió y aseguró: —Usted tiene dos hijos brillantes y especiales.

Ella suspiró en alivio.

—Gracias, pero no creo que eso sea lo que quiera decirme.

—RenJun y JaeMin están rindiendo, académicamente, muy bien para su edad. Es la parte social en la que estoy un tanto preocupado. ¿Ha notado que tienden a estar un poco... demasiado unidos?

—Sí, son muy cercanos; siempre lo han sido —contestó Sulli—. ¿Ese es un problema?

—Creo que es maravilloso que trabajen tan bien juntos y se lleven bien. Pero ellos no están interactuando con los demás, y usted sabe que los niños pueden ser crueles.

—¿Están molestando a alguno de mis hijos? —preguntó Sulli—. ¿A JaeMin?

—No, nada de eso. Son los otros niños los que no entienden la relación especial de los niños.

—¿Especial? No estoy segura de entender qué quiere decir con eso. —Sulli pensó en todas las veces que atrapó a RenJun y JaeMin sentados en la oscuridad; y en la vez que los vio besándose. Su estómago se revolvió.

—Se toman de la mano, por ejemplo —respondió el señor Oh—. En sí es normal, muy lindo, pero los niños del salón...

—Oh —dijo Sulli, parpadeando—. No estaba advertida que estaban atrayendo la atención.

—Por favor, difícilmente es algo que perturbe la clase. Estoy más preocupado por los sentimientos y bienestar de sus hijos. No quiero ser molesto, pero...

—Estoy feliz de que me llamara —interrumpió suspirando, Sulli—. Sin hacer darle muchos detalles, quiero decirle que ha habido algunos problemas en casa.

—¿Sí? —Sulli frunció el ceño.

—El divorcio fue difícil para ellos, nunca quise que su comportamiento se pusiera extraño.

—Yo tampoco. —El profesor se detuvo, y un silencio incómodo siguió.

—Voy a hablar con ellos —dijo Sulli, tratando de controlar las sensaciones de su estómago—. Tal vez puedan... expresarse solo en la casa.

El señor Oh asintió.

—No quiero que sean blancos de nada.

—¿Qué más hacen aparte de tomarse de la mano? —preguntó Sulli.

—Bueno —murmuró en respuesta y bajó la mirada—, supongo que más que todo es la forma en la que se miran, como si solo existieron el uno para el otro; que se tomen de la mano es la única cosa física.

Sulli se sintió aliviada.

—Voy a hablar con ellos —repitió.

—Está bien. Creo que hemos terminado aquí, a menos que tenga alguna otra pregunta de lo que están haciendo.

—No —dijo ella, moviendo su cabeza y levantándose—. Le llamaré si algo sucede.

Se despidieron y Sulli se marchó sintiéndose casi paralizada. No había sido su imaginación, otras personas lo habían notado. No sabía que hacer o qué decirle a sus hijos. Ambos estaban tan encariñados el uno con el otro, y no pensaba que eso era algo malo. Lo que tenían era hermoso.

𝐍𝐨 𝐥𝐞 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐚 𝐦𝐚𝐦á '𝐉𝐀𝐄𝐌𝐑𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora