O9 ๑ iced americano

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Sakusa Kiyoomi por fin estaba desconectado de su entorno, sin embargo, esta vez hubiese preferido ser consciente de lo que el cliente rubio (al cual juraba que comenzaban a notársele las raíces negruzcas del cabello) estaba diciendo en lugar de hundido en sus pensamientos. ¿La razón? Es que lo que su mente abordaba en ese instante era, de hecho, sobre el sujeto y su molesta presencia incluso en sus valiosas horas de sueño. 

—No puedo creer que Samu siga dejándome plantado. ¡Solíamos hacer todo juntos! —bufó. Sakusa, volviendo a la realidad, contuvo un suspiro y cambió el peso de su cuerpo hacia la pierna contraria, golpeteando la libreta de órdenes—. Pero hoy solo vino y dijo: Ve tú solo, Tsumu. Tengo cosas que hacer —explicó gesticulando de manera exagerada y fingiendo un semblante indiferente; Sakusa supuso que imitaba a quien se refería—. ¡Y se marchó! ¿Puedes creerlo? 

Así que Tsumu, un nombre adecuadamente ridículo para él, pensó, ignorando la pregunta del final y la mitad del contenido de su monólogo. Tal vez sus padres debían tener gustos extraños para ese tipo de cosas. Se compadecía un poco. Solo un poco porque su nombre no era mucho mejor ya que podía interpretarse casi como santurrón

—Antes, si le invitaba un helado no dudaría en venir conmigo. Siempre es así cuando se trata de comida, pero últimamente solo me pasa de largo —dijo con el ceño fruncido. Se cruzó de brazos, ahora abandonando por completo el menú, y dejó de mirar a Kiyoomi para perderse en un punto imaginario de enfrente—. Y yo que quería refrescarme por dentro. 

Kiyoomi hizo girar la muñeca en la que cargaba el bolígrafo y dobló el cuello para destensarlo. Anotó algo con desinterés bajo la atenta mirada de Tsumu y luego dio media vuelta para marcharse. 

—¿A dónde vas? —cuestionó el cliente. 

—Quieres refrescarte y viniste a una cafetería. Te traeré un americano frío —respondió sin mirarlo y continuó avanzando. 

Tsumu esbozó una sonrisa que rozaba la malicia y profundizaba en la satisfacción, tal vez conteniendo también una pizca de emoción. 

—Te lo agradezco, Omi-kun —murmuró cantarín.

ONLY IN 夢 SAKUATSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora