Cuando la campanilla de la entrada sonó al abrirse la puerta, indicando que un cliente acababa de ingresar, Kiyoomi dejó de limpiar una de las mesas que ya estaban limpias para poder ir a atender al recién llegado; sin embargo, titubeó al descubrir que se trataba ni más ni menos que del rubio habitual.
En segundos, recuperó la compostura y se acercó al lugar donde siempre buscaba sentarse Tsumu, listo para usar su nueva estrategia de tomar la iniciativa y declarar que le traería un mocca latte, lo que —según Mika— había escogido sin titubeos en cierta ocasión, sin aceptar objeciones. La personalidad del chico era tan extraña, por lo que había visto hasta ese entonces, que seguramente solo le daría un agradecimiento tonto como respuesta y ninguna queja, y de esa forma se libraría rápido de él.
No obstante, al prestar atención se dio cuenta de que Tsumu no se dirigió al lado donde se encontraba su mesa recurrente, en su lugar, caminó derecho hacia el fondo de la cafetería, donde se encontraba la barra del barista y la zona de pago.
Kiyoomi se mantuvo quieto en su lugar, ligeramente anonadado por el cambio en la rutina. Luego de unos segundos en los que contempló al chico ser atendido por Motoya en la caja, se acercó hasta la barra y tomó lugar ahí para ver a su primo hacer el café mientras observaba de reojo a Tsumu esperando a un par de metros de él, ignorando por completo su existencia y con la vista enfocada en la madera de la barra que tenía enfrente.
—¿Él no es el chico del jugo de manzana? —susurró Motoya a Kiyoomi a la vez que envasaba el café en un recipiente desechable para llevar. El otro asintió con cautela. Motoya se colocó frente al cliente para entregarle su orden, un poco confundido porque no actuaba en nada como la persona molesta que su primo describió—. Aquí tienes, un cappuccino endulzado para llevar.
Luego de entregar el café al distraído Tsumu, Motoya regresó a la cocina dándole una mirada de soslayo a los otros dos individuos.
Antes de que el cliente pudiera marcharse extrañamente callado de la tienda, sin pensarlo, Sakusa se levantó de su asiento y dio un paso hacia adelante.
—Oye, Tsumu.
El nombrado volteó, regresando su atención —la cual pareció haber estado en otro mundo durante todo ese tiempo— a lo que tenía enfrente. Parpadeó muchas veces con la boca abierta en una expresión que mostraba una media sonrisa, apenas dándose cuenta de la presencia de Kiyoomi frente a él.
—¿Kiyo... Omi-kun?
—Disculpe, ¿me trae la cuenta? —exclamó una mujer en una mesa cercana, la única clienta adicional a Tsumu en ese momento.
Kiyoomi dejó de mirar al chico con el terror con el que lo había estado viendo desde que lo llamó sin razón. Dijo su nombre sin pensar y luego no pudo inventar ninguna excusa rápida, así que escapó apenas la mujer había hablado para evitar tener que intercambiar algo más que miradas con Tsumu. Y, para su suerte, en cuanto le dio la espalda para seguir trabajando, el rubio se marchó con una expresión más despierta que antes, sonriente y con su cappuccino en la mano.
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ONLY IN 夢 SAKUATSU
Hayran KurguLa contradicción de mirar a alguien con odio para después soñar con él entre tus brazos. Solamente en sueños Sakusa Kiyoomi podría ser así de amable con Miya Atsumu porque cuando estaba despierto ni siquiera lo soportaba. ─Tengo un dolor de cabeza q...