Epílogo

134 16 7
                                    



- Quédate... - Murmuraba aún con los ojos cerrados el artista. Desde su mesa del comedor los rayos del sol se cernían por las cortinas chocando con su rostro pálido.  Sus ojos heterocromos se abrieron lentamente, no se movió, no quería hacerlo, no podía, su cuerpo pesaba mucho más de lo que parecía.

El ruido sordo de algo chocando contra el piso lo obligó a levantarse - ¿Ya despertaste? - Dijo mirando al pequeño niño que buscaba algo de comer - Ya es medio día...- Murmuro el pequeño recibiendo un pesado suspiro como respuesta.

- En serio lo siento niño, fue una noche pesada... - Se levantó con dificultad y al hacerlo su cabeza dio vueltas haciendo que se tambaleara. Tiró las botellas del vino de la noche anterior a la basura.

Preparó el desayuno o más bien el almuerzo para ambos. Cuando se dispuso a disfrutar de aquella sopa que apenas pudo completar el pequeño habló.

- ¿Me llevarás con papá? - En medio de la jaqueca el hombre perdió el apetito junto con sus ganas de hablar - Lo prometiste y...- 

- Y ME IMPORTA UNA MIERDA LO QUE PROMETA CUANDO ESTOY EBRIO! - Interrumpió, su ceño fruncido cambió drásticamente al ver que el pequeño tenía intenciones de llorar, no soportó ver su rostro, pues en el estaba el de Kayn.

- Niño, lo siento yo... ugh - Cubrió su rostro con su mano por la frustración - Te llevaré esta tarde.


... 


Aproximadamente eran las 3 de la tarde y ambos emprendieron su viaje hacía la orden de las sombras. 

- ¿Cómo es? - Preguntó el menor.

- Era muy testarudo, vanidoso...- A la mente del mayor llego el recuerdo de cuando lo descubrió mirándose al espejo haciendo poses extrañas, una sonrisa se formo en el.

Durante el camino el pequeño hizo varias preguntas que Jhin respondió con cierta nostalgia. 

El atardecer anunciaba que la noche estaba cerca para tomar su lugar y reinar. Para ese entonces los dos ya estaban en las entradas del templo donde Zed los recibió.

- ¿A que se debe la inesperada visita? - Habló el albino con la seriedad que lo caracterizaba. 

- Vinimos a ver a Kayn, no a ti - Respondió el pelinegro escondiendo el rostro del pequeño entre sus finas ropas. El semblante de Zed desapareció al oír el nombre del joven. 

- Le dará gusto verte, adelante - El hombre se dio vuelta ignorando completamente al niño y con un ligero movimiento de su mano hizo que todos sus alumnos dejarán su posición de en guardia.

Ingresó a la habitación de Kayn y el aroma marino que solía degustar cuando dormía junto a el envolvió su nariz, le sorprendió que la habitación este en el mismo estado como la dejó el joven.

- Por ahora descansen, ya es muy tarde para las visitas - El albino se retiró.



...



Una vez más era casi media noche, la luna se ocultaba tras la espesas nubes, era así desde que Kayn ya no estaba. Parecía que la misma luna guardaba luto por el desafortunado destino de aquel joven.

Y ahí, en medio de la noche, el artista salió en busca de su amor. Recorrió los pasillos, la biblioteca, salones, jardines. Nada. 

Se iba a rendir, cuando lo vio, tan bello. El único rayo de luna que escapaba de su nube alumbraba su tumba, como en un cuento de hadas, se inclino frente a esta como haciendo una reverencia para besar su mano. Por más que desease no podría hacerlo más.

¿Kayn era hermoso? Jhin ni siquiera lo notó.

Dejó un ramo de flores sobre la tumba casi desgastada y al hacerlo notó que habían un par de cartas. No les dio importancia, pues tampoco estaban escritas por Kayn ni eran para el. 

- Mi zafiro - Pronunció tembloroso recibiendo una ligera brisa como respuesta - ...aunque me dijiste que no lo hiciera heme aquí - Jhin retiró lentamente su mascar de marfil junto con la tela negra que ahora cubría también su ojo azul. Aun que sonreía sus ojos derramaban lagrimas que humedecían la tierra donde yacía el cuerpo de Kayn.

Por primera vez el artista lloró sin su mascara, se ahogaba con su propio llanto y lagrimas a pesar de que la mascara no estaba dificultando su respiración.

- Aquel niño - Intentó hablar limpiando sus lagrimas - No tiene nombre aún... lo eh decidido, se llamará, Kayn... Khada Kayn -

¿Kayn era hermoso? Jhin ni siquiera lo había notado, pues al mirar aquellos ojos azules pudo observar su propia belleza. Algo que no había sido capaz de ver en algún otro espejo que no sea el de los ojos del trenzudo.

Se amo a sí mismo, y así pudo amar al hombre que le había mostrado a hacerlo. 

Es que le fue imposible no decir:





Tócame...









TOUCHME2 (ALFINXD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora