Capítulo 22. Educación.

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Mi padre siempre me golpeaba.

Desde pequeña recuerdo como hasta por la cosa más simple cerraba su puño y lo impactaba en mi cabeza sin sutileza alguna. Cuando necesitaba hacer algún proyecto escolar y él me ayudaba y yo no captaba a la primera lo que decia o se desesperaba me hablaba como si fuera la persona más idiota del mundo y me volvía a soltar el trancazo pero no solo en la cabeza, también en brazos y espalda.

Tal vez por ser mujer se contenía un poco, cosa que agradezco; aunque por sus tantos años de "educarme" de esa menera, hoy en día soy un algo inmune al dolor físico, soporto una buena cantidad de dolor. Tal vez por eso tampoco me da miedo morir de cualquier forma sea dolorosa o no. Tal vez por eso logré pararrme a pesar de los grandes daños a mi persona esa vez que me rompieron la costilla.

Ahora, desde que se divorciaron oficialmente mis padres, no me ha vuelto a tocar ni un pelo. Y es que no puede porque mi madre tiene mi custodia y la de mi hermana, no puede porque sabe que no tiene ni el derecho ni mi silencio como en aquellos días si lo llegase a hacer.

No me da miedo mi padre, pero es una de las personas que me pueden bajar a menos 20 mi autoestima con tan solo unas cuantas palabras. Y eso lo odio. Odio tener impotencia ante ese cabrón que me golpeó durante casi toda mi vida, me odio por ser débil y no poder ser cruel con él.

A pesar de todo el daño que puedan hacerme, nunca he odiado verdaderamente a alguien. Ni siquiera a las viejas que me rompieron la costilla, ni siquiera a los que me abandonan, a los que me usan, a nadie. Mucho menos a mi padre y eso que es el que más se merece mi odio puro.

Verdades Ocultas. (Hidden Truths)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora