INVISIBLE

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T R E S

Invisible  

Me observé al espejo y acaricié aquel objeto que una vez perteneció a aquella vampiresa que asesinó al ser que más amaba, convirtiéndolo ahora, en un arma de matar. Después de observar cómo su cuerpo era consumido por las llamas le arrebate aquel dije, que para mi era un símbolo de todo lo que había ocurrido, y que por fin, se hacía justicia. Me recogí mi blanquecino cabello en un moño desarreglado y cogí mi mochila. Inspire y exhale con fuerza preparándome mentalmente para el día de hoy. Haré lo imposible para mantenerme alejada de él y de su familia, pero aun así sé que es imposible, el instituto de Forks no es demasiado grande para poder pasar desapercibida, y menos si eres la nueva en un pueblo donde las malas lenguas están por todas partes. Al llegar al instituto como era ya costumbre las miradas se posaron sobre mí y no es por ser obstinada, pero ya era rutinario que los humanos se giraran para observarme. Mi cabello y mis facciones llamaban la atención y más en un pueblo tan pequeño donde todos se conocían desde la cuna.

El Volvo y el jeep estaban aparcados al otro lado del instituto, pero aún así sentía aquellos orbes dorados atravesarme de forma abrasadora. Ingresé en el edificio de ladrillos y camine con tranquilidad hacia mi primera clase mientras esquivaba a humanos estresados ya de buena mañana. A primera hora los viernes me tocaba Historia y obviamente la compartía con Jasper y Emmett. Al ser una de las primeras pude escoger sitio y claramente era el más alejado a los hermanos vampiros. Quería poner la mayor distancia entre nosotros y si hiciera falta mirarles mal para que entiendan que no los quiero merodeando en mi vida. Poco a poco la clase se fue llenando de humanos ruidosos que se mantenían alejadas a su aterradora realidad. Dios, viejo amigo, eres demasiado loco para dejar que dos vampiros y un ángel con mal genio compartan clase con cientos de humanos. Se te va la olla. Y luego soy yo a la que expulsan del paraíso. La palabra injusto se queda corta contigo...pensé mirando a las nubes grisáceas que encapotan el cielo de Forks.

- Ejem - alcé la vista y me encontré con Jessica Stanley quien era la propietaria de aquel ruido tan molesto - Estas en mi puesto.

- Búscate otro - sentencie.

- ¿Disculpa?

- Hasta donde yo sé Stanley tu nombre no está en esta mesa y el profesor no elige los puestos de cada alumno, por lo tanto, nos podemos sentar donde queramos y yo he llegado primera, así que elige otro puesto - respondí poniendo la peor de mis caras para que captará el mensaje, pero eso no parecía sufrir efecto con la humana quien decidió seguir insistiendo por el puesto hasta que el profesor de historia hizo presencia y la mandó a sentarse a primera fila el último puesto que quedaba libre.

Sabía que esta pequeña confrontación había llamado la atención de los hermanos Cullen: Jasper me observaba por el rabillo del ojo mientras Emmett, que era mucho menos disimulado, me miraba con una pequeña sonrisa plasmada en su rostro. No he empezado con buen pie esta mañana, se suponía que debía pasar desapercibida pero Jessica Stanley es un grano en el culo.

La clase dio comienzo, pero mi mente estaba en otra parte; mientras el profesor explicaba alguna guerra que no me interesaba prestar atención debido a que me las se todas de memoria me concentré en intentar averiguar más sobre aquellos dos vampiros que se encontraban sentados al otro lado de la sala. Con la mirada fija en la pizarra me metí en la cabeza de Emmett intentando encontrar cualquier tipo de amenaza hacia mi persona. La mente de este vampiro realmente es un desastre, parte de sus pensamientos y recuerdos tienen un nombre y un rostro, el de su mujer Rosalie Hale. Una mujer hermosa no nos vamos a engañar, aunque un poco vanidosa. Ningún don a la vista a parte de una gran fuerza que ya podía detectar con solo ver su enorme y musculoso cuerpo. En cuanto encontré lo que no quería hallar me removí incómoda en mi puesto. Sabían que algo estaba mal conmigo y que Isabella Swan me encontrase en aquella clase sufriendo un ataque de pánico no había sido casualidad. Esa humana me ha pillado por sorpresa. La había infravalorado pero no es tan tonta como quiere hacer ver. Tendré que tener más cuidado con ella y también en general. No me puedo fiar de nadie. Saber que me tienen vigilada no es algo que sea de mi agrado, tendré que mantener los ojos bien abiertos. Esta vez ingresé en la mente de Jasper. Esta era mucho más ordenada y clara que el grandullón. Un rostro desconocido pero de ojos dorados y facciones finas me llamaron la atención. Habían recuerdos que parecían ser felices, pero estaban envueltos en un aura de tristeza. Capte uno de esos recuerdos; el vestido de esmoquin y ella con un elegante vestido blanco. Si no estuviera en medio de un aula gritaría de sorpresa. Jasper se había casado...se había casado con aquella mujer. ¿Pero por qué no la había visto antes? ¿Por qué esos recuerdos que debían ser felices ahora eran tristes? Seguí indagando en su mente hasta que un grito llamó mi atención, haciéndome salir de golpe de la cabeza de Jasper.

El ángel guardián.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora