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En dónde en la Universidad de Seúl llega un nuevo maestro de música que dará clases para los alumnos de tercer año.
Pero no es un maestro cualquiera, digamos que es el maestro más deseado tanto por alumnos como po...
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Narra Jimin
–Amor, ¿No tienes que ir a la empresa?
Estaba viendo televisión recostado en el hombro de YoonGi abrazando uno de sus brazos mientras él acariciaba uno de mis muslos.
–No quiero ir, quiero quedarme contigo hoy - dijo apegándome más a él.
–Pero, amor, tienes que ir.
–Pero quiero pasar el día contigo, cómo una mini compensación a lo que pasó ayer.
–Yoonie... - dije sonriendo.
–Minnie... - me respondió de igual manera -
Permanecimos en silencio por unos segundos y luego YoonGi volvió a hablar.
–¡Ya sé! Vendrás conmigo a la empresa - habló decidido.
–¿Q-qué? P-pero, Yoonie, ¿Qué haré ahí?
–Estar conmigo, me haría muy bien tu compañía, además quiero ver la cara que podrá la secretaria de papá al verte allí - dijo riéndose con maldad.
Solté una gran carcajada al escuchar lo que dijo.
Esa es unas de las razones por lo cual lo amo.
Al final asentí a su propuesta y fuimos a vestirnos de una forma decente.
YoonGi se puso un traje color negro, con una camisa blanca, zapatos de charol negras y una corbata del mismo color.
Mientras que yo me puse un pantalón de mezclilla, una camisa de cuello alto, un suéter de lana de color marrón con blanco y un par de tenis blancos.
Me vestí así ya que después iría directamente a la Universidad. Obviamente solo, ya que no puedo llegar junto a YoonGi aunque me hubiera encantado eso.
Cuando terminé de arreglarme fuí a ver si YoonGi ya se había colocado la corbata, ya que nunca se la puede acomodar bien.
–Amor, ¿Ya estás listo?
Y efectivamente no se la podía poner bien.
Con un puchero habló.
–Bebé, no puedo, ven ponmelo, por favor - dijo estirando su brazo con la corbata en su mano en mi dirección aún con su puchero.
Me acerqué con una sonrisa a dónde él, tomé la corbata y lo pasé alrededor de su cuello para luego hacer el nudo en éste. Luego de hacerlo acomodé bien su camisa, dirigí mis manos a su rostro para acariciarlo y por último acerqué mis labios a los suyos para luego unirlos en un beso corto pero dulce.
–Ahora sí, ya nos podemos ir.
Dije separándome de él tomando mi mochila y saliendo de la habitación para bajar en la planta baja.
