08: Vergüenza

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Vergüenza.
Esa era la única palabra que estaba invadiendo los pensamientos del azabache, seguía sin poder tragarse el cuento de haber entrado en celo frente a sus dos amigos a la mitad de un entrenamiento. En serio quería morirse en ese preciso momento.

Enterró su rostro entre las almohadas, su celo había terminado hace unos dos días, pero era tanta la vergüenza que lo único que pudo hacer para tratar de evadir el sentimiento fue quedarse en su habitación el resto de la semana.
No dejaba entrar a nadie, ni siquiera a Mirio quien de vez en tanto llegaba a preguntar si necesitaba algo.

Pero lamentablemente, el héroe suneater no podía huir más de su vida.

Era lunes por la mañana y ya no tenía ninguna excusa creíble para aislarse durante más tiempo en su querida habitación, debía atender a clases y a sus prácticas profesionales después de la escuela.

Y por sobre todo, debía enfrentar la realidad de tener que verse con su alfa después de ese vergonzoso momento.

Ah, ¿No había manera de que la tierra se lo tragara y lo escupiera al otro extremo del planeta?

—Tamaki, deja de ser tan gallina y sal —Fue lo que se dijo a si mismo al estar ya listo frente a la puerta de la habitación, sentía sus mejillas rojas y además como leves feromonas se soltaba de su aroma. Retrocedió un par de pasos, tomando aire antes de tomar el pomo de la puerta.

Hizo un esfuerzo sobrehumano para abrirla y salir. Tuvo que comenzar a caminar casi de inmediato para que su miedos no le ganaran para hacerlo retractarse de su decisión.

Caminaba con la mirada baja, lo bastante rápido como para no tener que entablar conversación con alguien pero sin ir tan rápido como para correr.
Pero bueno, la suerte en esos días no estaba de su lado, por que a la típica escena cliché se sintió chocar con alguien, se hubiera caído hacia atrás de no ser por unos firmes brazos que sujetaron su cintura, pegando su cuerpo al contrario.

Tembló de forma leve cuando el aroma se infiltro en su nariz. Acababa de chocar con Mirio Togata, la persona que menos quería ver en ese momento.

Quiso hablar pero las palabras se le quedaron atascados en la garganta, sus mejillas tornandose de un color rojizo al igual que sus orejas. En reflejo se ocultó en el fornido pecho del adverso, aferrado de forma discreta a su uniforme.

—¡Hey, Tama! ¿Estás bien? No saliste en una semana ¡Nos preocupaste mucho a mi y a Hadou! —Exclamó el más alto aún sin soltar a su pareja, notando de inmediato su rostro avergonzado.

Este asintió respondiendo a si pregunta, no quería apartarse para tener que hacer algún contacto visual, de por sí su personalidad introvertida se lo complicaba, la escenita que armó la semana pasada se lo complicaba como por un doscientos.

Además también se sentía mal, tenía entendido que los alfas suelen sufrir mucho cuando su destinado tiene un celo frente a ellos, esto se volvía aún más doloroso de soportar que el de un omega común. Él era un gamma, uno no marcado, lo cual empeoraba bastante la situación a la que se vio sometido.

También tenía muy en cuenta que el otro chico no le tocó ni un pelo sin su consentimiento, o eso fue lo que alcanzó a retener de entre todo lo que el profesor Aizawa le había dicho en sus últimos momentos de completa consciencia. Se sentía cálido por eso, agradecía que su alfa no hubiera perdido el control para intentar marcarlo o hacerle algo más en contra de su voluntad durante ese estado tan vulnerable en el que estuvo.

—Mirio, gracias... —Agradeció en voz baja sin despegarse de su cuerpo, se sentía tan cómodo que no quería apartarse ni un segundo —Te agradezco por protegerme y bueno, por haber mantenido la calma conmigo allá.

El nombrado parpadeo un par de veces, notoriamente confundido por el agradecimiento del gamma. Cuando lo comprendió sólo sonrió acariciando con ternura sus hebras color negro.

—¡No tienes que agradecer, dulce! Solo hice lo que un buen alfa haría, jamás te tocaría en contra de tu voluntad —Lo decía con completa seguridad, provocando que ese sentimiento de protección se instaurara de nuevo en su pecho, se sentía seguro al estar junto al rubio —También juré protegerte y eso fue precisamente lo que hice, así que no debería agradecerme, todo lo hago por que te amo demasiado, Tamaki.

No pudo evitar sus ojos cubiertos de lágrimas, los efectos secundarios del celo aún estaban con el, volviendolo aún más sensible de lo que de por sí era.

"Realmente no pude pedir un alma gemela o un alfa mejor. Mirio es lo que he pedido toda mi vida, es mi sol" Sonrió mientras se perdía en su río de pensamientos, en serio amaba a ese alfa, y estaba seguro de que lo amaría por todo lo que le quedara de vida.

Se quedaron ahí abrazados un rato, al menos hasta que debieron comenzar a andar para llegar a clases.

Si, ahora podía verlo, había sido muy buena idea salir de su cuarto en esa ocasión.


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Serendipia || MiriTama Donde viven las historias. Descúbrelo ahora