01: Invierno

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El frío invierno había llegado por fin.
Finos copos blancos de nieve caían desde el cielo cubriendo la calle de a poco, buscando teñirla de este mismo color.
Entre las nevadas calles es donde se encontraba un joven gamma con el uniforme de la U.A, un chico de no más de 17 años, con el cabello negro y orejas puntiagudas. Caminaba a pasó tranquilo, observando de forma muy discreta como las pequeñas montañas de nieve comenzaban a formarse.

Había que decir que a Tamaki no le gustaba el invierno, para él era la peor época del año existente, las hojas de los árboles se caían, todo estaba más silencioso y apagado, además de que hacía frío.
Suspiró llevando una de sus manos hacia su preciada bufanda de color azul marino para poder acomodarla mejor, no pensaba enfermarse, de ninguna manera.

Siguió avanzando por un par de minutos hasta que topó con la entrada de la academia, se sintió aliviado, el frío estaba comenzando a calar incluso por debajo de esas capas de abrigos y nada le sentaría mejor que ir a un lado de su pareja para recibir un cómodo y cálido abrazo de su parte.
Una apenas perceptible sonrisa se dibujó en sus labios, apurando el paso para llegar a su aula.

No tardó demasiado en llegar, sus pies ya conocían el mapa del lugar a la perfección, además, el aliento de que había alguien esperando por él ahí dentro lo hicieron apurarse más.
Entró con sigilo al aula, yendo directamente a su mesa para poder, en acto seguido sacarse dos de los abrigos que traía encima, logrando sentirse más cómodo al tener un peso menos.

Pronto fue recibido con el suave aroma de su pareja, quien al parecer quería sorprenderlo, fracasando en el intento por no poder esconder sus feromonas de alegría al verlo.

-¡Tamaki, por un momento pensé que no llegarías! -Exclamó, su voz era tan animada como siempre, su sonrisa seguía igual de brillante, tanto que incluso el joven Amajiki podía decir que quizá en algún momento lo dejaría ciego.

-La verdad quedarse en casa sonaba tentador pero, no quería dejarte sólo Mirio.

Su voz había salido casi como un susurro en esto último, a pesar de que llevaban ya dos años como pareja oficial, el pelinegro seguía sintiéndose cohibido ante la presencia del adverso, en especial a la hora de querer dar a entender sus emociones mediante palabras.

El rubio se quedó procesando por un par de segundos la respuesta del gamma, quien estaba ahora jugando con sus manos buscando escapar de los nervios que habían comenzado a invadir todo su cuerpo. Pero esta sensación no duró demasiado, pues en un parpadeo ya estaba siendo envuelto entre los cálidos brazos del alfa; por acto reflejo se hizo más pequeño en su lugar, acurrucandose en su cuerpo para buscar calor.

-Quédate un momento más así... Por favor.

Pidió el de menor jerarquía, aferrandose de forma tímida al uniforme del contrario.
Aún quedaba tiempo para aulas clases comenzaran y tuvieran que separarse forzosamente, por tanto aprovecharía los escasos minutos que el tiempo le daba para recargar energía social con su pareja abrazandolo de esa forma.

Mirio sólo dibujó una sonrisa en sus labios, apretandolo aún más contra si mientras olfateaba con suavidad los cabellos ajenos, sintiendo el dulce aroma a frutos rojos y chocolate blanco que tanto le encantaba.
Estaban en una burbuja ajena al mundo que los rodeaba, al menos así fue hasta que la campana sonó, indicándoles que era hora de separarse.

Tamaki suspiró, mientras que Togata tuvo que retener un puchero que se le quiso escapar.
Al final se apartó, no sin antes besar la coronilla del más bajo, provocando un ligero rubor en sus mejillas.

-Después de clases podríamos ir a mi casa, ya sabes, ver películas y todo eso para evitar el frío. -A pesar de que la petición le tomó de sorpresa, imaginarse a si mismo acurrucado junto a su alfa en su habitación mientras veían alguna película y este lo mimaba, era una idea muy tentadora, fue por ello que no tardó en asentir.

La mirada del más alto se iluminó de pronto, sonriendo de nueva cuenta.

-¡Bien! ¡Entonces nos vemos en un rato, Tama! -Dicho esto se encaminó a su mesa, siendo seguido de reojo por el recién nombrado.

El Amajiki dio una risita baja, sacando el cuaderno que necesitaba para la clase.
Bueno, si el invierno iba a traerle ese tipo de peticiones por parte de su pareja, quizá sólo quizá le gustara un poco más.

Serendipia || MiriTama Donde viven las historias. Descúbrelo ahora