3: Stupid

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“Simplemente lo sé Nat.” Nat. Se me hacía un nudo en la garganta solo de pensarlo, era la primera vez que Alba me llamaba así y curiosamente no me había hecho daño, muchas veces me daba la sensación de que Alba curaba todas las heridas que supuraban en mi piel.

La única persona que me llamaba Nat era Santi y desde hace un año no dejaba que nadie más me llamara así, era suficiente el dolor que me causaba con que solo Santi me llamase así y por eso nadie más me lo decía.

Ayer Alba y yo presentamos nuestro trabajo de psicología y a juzgar por la cara que puso Mamen mientras exponíamos el trabajo la gustó bastante, además nosotras estábamos convencidas de que era un buen trabajo porque nos lo habíamos tomado bastante en serio.

Hoy era Martes y estaba de camino a casa de Alba para hacer los deberes juntas y para ver que nota teníamos al final en el trabajo, ya que a las 20:00 nos mandarían la nota.

La verdad es que desde que conocía a Alba me sentía menos pesada mentalmente hablando, sentía que poco a poco conseguía estar mejor conmigo misma, con mucha más paz, supongo que con el tiempo estaba encontrándome a mí misma.

-Pasa Nat, llegas justo a tiempo. –Me abrazó y subió corriendo las escaleras hacia su habitación.

-¿Justo a tiempo para la diversión de los epígrafes de historia? Porque de verdad te digo que no me aclaro con los fenicios. –Dije mientras la seguía.

-No tonta, eso luego lo resolvemos. Marina iba a cantarme las canciones que ha escogido para cantar en el concierto.

-¡Qué ilusión! –Dije entrando por la puerta. –Hola Marina.

-Hola Natalia, bueno sentaos que voy a empezar ya.

Alba y yo nos sentamos en su cama y Marina se puso a cantar, la verdad que esta chica tenía un talento innato para la música, tenía una voz muy bonita. Cantó las tres canciones seguidas, las cuales fueron “Come out and play” de Billie Eilish –una de mis artistas favoritas, por no decir la que más-, una versión en acústico y preciosa de “Quema” de Juancho Marqués y “Copenhague” de Vetusta Morla, pero la versión hecha por Valeria Castro.

Al acabar alba y yo nos pusimos a aplaudir como locas.

-Mini lo has hecho de maravilla. –Le dijo Alba con una admiración enorme propia de una hermana mayor.

-Jo gracias chicas, ahora solo queda conseguir la música.

-Marina… Yo bueno, yo toco la guitarra y el piano. –Dije un poco avergonzada. La conexión que tenía con Alba me hacía soltarme un poco y Marina me recordaba a Elena, así que supuse que fue ese instinto de hermana mayor lo que me hizo querer ayudarla.

-¿Me lo dices en serio Natalia? –Dijo Marina gritando y saltando de la alegría.

-Sí, yo te ayudaré y tocaré contigo en el concierto, si quieres claro.

-Claro que quiero. Gracias, gracias, gracias. –Dijo abrazándose a mí.

-Marina, que la vas a estrangular. –Dijo Alba partiéndose de risa.

-Perdón, perdón, yo me voy que he quedado. Gracias Natalia.

-De nada Marina. –Dije yo riéndome también.

Cuando Marina salió de la habitación Alba se quedó mirándome con el ceño fruncido.

-¿Desde cuándo sabes tocar instrumentos?

-Desde pequeña. –Dije encogiéndome de hombros.

-¿Y por qué no me lo habías contado?

-No sé Albi, no había surgido la conversación. –Intenté quitarle importancia, no quería hablar de ese tema ahora.

TLICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora