Todos sabemos que el amor es incontrolable, al igual que es incontrolable elegir de quién nos enamoramos. Saray nunca antes se había enamorado, y no tenía pensado hacerlo. Siempre había visto a sus amigas sufrir y no quería pasar por lo mismo. Marco, el típico chico con fama de mujeriego, tampoco tenía pensado enamorarse, no entraba en sus planes. Marco llegó a la vida de Saray de repente, por una simple casualidad. Desde que sus ojos se encontraron por primera vez, los planes que ambos tenían de no enamorarse empezaron a tambalearse. Y es que, el amor no entiende de tiempo, puede llegar al instante en el que conoces a una persona, al ir conociéndola o, incluso, tras años de conocerse. Pero tanto como puede despertar la pasión, se puede apagar y convertirse en ceniza.