Capítulo 9

164 8 3
                                    

Saray

—Dios, estoy agotada —dijo Coral.

Era por la noche, mis padres ya se habían ido. Invité a mis amigas a dormir en mi casa, ese día empezaba el verano para nosotras.

—Yo también —suspiré. Llevábamos jugando al just dance en mi cuarto desde hacia una hora y pico.

—Yo creo que ya es momento de chisme —sugirió Alba.

—Eso, que yo me he enterado de unas cosas... —añadió Estela, que estaba sentada en mi cama.

Rápidamente, hicimos un círculo alrededor, yo me senté en el suelo, al lado de Coral, las demás estaban sobre mi cama.

—Me he enterado de que Axel y María se han vuelto a liar, pero él la ha mandado a paseo, le ha dicho que no quiere nada serio con nadie —dijo Estela.

—No sé por qué no me extraña, Axel tiene un historial cojonudo —rio Mara.

—Igual que todo ese grupito —agregó Alba.

De repente, todas las miradas cayeron sobre mí.

—Cuéntanos, Saray, ¿cómo te va con tu compi de voluntariado? —preguntó Mara.

Estaba tardando mucho en salir el tema. No sabía si contarles cómo me sentía con Marco, seguro que insistirían de nuevo en que me liase con él...

—Bien —me limité a contestar.

—Saray, queremos detalles —pidió Estela.

—Pues —suspiré —, he notado algún que otro comportamiento, por su parte, un tanto... juguetón.

Se escuchó un coro de "uuuuuhhh"

—Marco quiere contigo —dijo Alba.

—Está clarísimo —asintió Mara.

—Pues yo con él no.

Mis amigas intercambiaban miradas. Menos Coral, que estaba pendiente de su móvil.

—Bueno, cuéntanos que hicisteis ayer, después de que nos fuésemos —Alba se atusó el pelo mientras hablaba.

—Nada relevante —mentí, porque lo que había pasado antes de que entrase en mi casa me había causado una sensación desconocida para mí, pero satisfactoria.

Era algo nuevo que no sabía cómo expresar. Y me aterraba sentirlo.

—¿Enserio? —preguntó Mara, alzando las cejas sorprendidas.

—Algo ha tenido que pasar, las miradas que os echabais... —dijo Estela.

Estaba a punto de agotarse mi paciencia, no quería discutir, por lo que acabé decidiendo contarles lo que había pasado.

—¿QUÉ DICES? —se escuchó al unísono.

Coral se había sumado a la conversación, parecía ilusionada.

—Tía, ese chaval está loquito por tus huesos —rio Alba.

—Y tanto —agregó Mara.

—Encima es guapísimo Saray, aprovecha —me dio un golpe suave Estela en el hombro.

—Parad el carro... sabéis que a mí estas cosas no me van —dije.

—¿Cómo vas a saberlo si nunca lo has probado? —preguntó Mara.

—Ni falta que hace, no me llama la atención.

—Entonces no te importará que intente algo con él, ¿verdad? —dijo de repente Alba.

Clavé mis ojos en ella. Una sensación amarga se instaló en mi pecho.

—Haz lo que te dé la gana.

Tal vez soné un poco borde, ya que todas se miraron sorprendidas.

Alba sonrió.

—Te gusta, te has puesto celosa —rio —, era una broma para ver cómo reaccionabas.

Puse los ojos en blanco.

—No me gusta, Alba, ¿cómo me va a gustar? Lo he conocido hace dos semanas escasas —dije molesta.

—Para el amor no existe el tiempo, Saray —bromeó Estela.

Puse los ojos en blanco.

—Entonces, vas a liarte mañana con él en la fiesta de Mar, ¿no? —insistió Mara.

—Yo no he dicho eso.

—A veces podéis llegar a ser muy pesadas —habló Coral.

—Pero...

De repente nos callamos, empezamos a escuchar varias cosas a la vez.

Primero el sonido de varios arañazos en mi puerta, y después, sonidos, un tanto extraños, que provenían de la habitación de mi hermano.

Me dirigí rápidamente para abrir la puerta a Ares mientras mis amigas se reían silenciosamente.

Como mi pequeño amigo se había quedado dormido en el sofá, preferí no molestarle y dejarle allí.

—Joder con tu hermano, como le tiene que dar a Noelia para que grite de esa manera —bromeó Alba.

—No digas eso —le tiré un cojín que le dio directamente en la cara.

Todas estallamos en carcajadas silenciosas.

Cuando mi querido hermano y su novia por fin se relajaron, eran las cuatro y media de la mañana.

—¿Alguna está despierta? —pregunté.

—Yo —dijo Coral desde su colchón.

Las demás no contestaron, supuse que estarían dormidas.

—Podemos... ¿podemos hablar? —pregunté.

—Claro.

Ambas nos levantamos silenciosamente y nos metimos al baño.

—Cuéntame.

—Pues...

—Te gusta, ¿verdad?

Odiaba y amaba a partes iguales que me conociese tan bien.

—No lo sé, nunca había sentido nada por nadie. No sé qué siento por él.

—¿Me dejas decirte lo que pienso que te pasa?

Asentí.

—Aún no te gusta del todo, pero te atrae, ¿a que sí?

Volví a asentir.

—¿Crees que podrías sentir algo más por él?

—No lo sé, pero no quiero —respondí.

—Saray, sabes que eso es imposible controlarlo —me puso una mano en el hombro.

—No, no lo es —suspiré —, lo llevo haciendo toda la vida.

—Tal vez es que nunca ha llegado alguien que te llamase realmente la atención.

Me quedé pensando en esa frase. Tenía razón, nunca nadie antes me había interesado.

—Estoy hecha un lío, Coral —dije angustiada mientras me sentaba en la taza del inodoro y me cubría la cara con las manos.

Mi mejor amiga se agachó y me acarició las rodillas.

—Te voy a dar un consejo —dijo—. Deberías dejar fluir lo que pase entre vosotros. Yo no te voy a decir nada ni te voy a presionar para que te beses mañana con él, tienes que ser tú la que lo decida. Sí te apetece bien, y si no, también.

Sonreí.

—Sabes que eres la mejor, ¿verdad?

—Claro —sonrió orgullosa.

Nos fundimos en un gran abrazo.

Coral me entendía a la perfección, igual que yo a ella. Éramos como almas gemelas, pero en la amistad.

Salimos del baño y nos acostamos cada una en su cama. Al día siguiente nos deparaba una gran fiesta. La primera del verano.

El despertar de la pasión (Déjate llevar, 1) TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora