Capítulo 26

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Marco

—Con que no hablabas con esa vocecita a los perros, ¿eh? —Me sorprendió Saray desde la puerta.

Vaya, nos ha pillado.

—Emmm, es que Chili está muy juguetón, y me ha mordido y pues me ha salido esa voz...

Convincente. Muy convincente.

—Y cuando un perro te muerde dices "pero que cosas más bonitas sois, ay, ay madre". —Me imitó acercándose y sentándose a mi lado sonriendo.

No tenía duda alguna de que esa sonrisa se iba a convertir en mi perdición, si no lo era ya.

Los cachorros se dirigieron hacia ella. Nos entretuvimos jugando con ellos.

No pude evitar pensar en cómo sería una vida con Saray. Tal vez me sentiría como me sentía en ese momento. Pleno. Feliz por estar a su lado, por estar con la chica más increíble que había conocido.

—Bueno, venía para avisarte de que en cinco minutos vengas, que voy a hacer la cena. —Me sacó del maravilloso mundo que había creado en mi cabeza.

Asentí, Saray se levantó y se dirigió hacia la puerta.

Durante esos segundos, no pude evitar mirarle el culo. No fui yo, lo juro, fue mi consciencia.

Vaaaale, sí, fui yo, pero te encanta.

Eso no puedo negarlo.

Me permití quedarme unos instantes más con los cachorros antes de levantarme e irme. Me dirigí un momento a la cabaña principal, donde estaban mis padres.

—Hola, venía para deciros que tenemos ya todo preparado para el viernes.

—Muy bien, cariño, ¿habéis comprado toda la comida?

—Sí, los pasteles los encargué para recogerlos el viernes.

—Marco, dime que son los de Ana Luisa —suplicó mi padre.

—Sí, papá —dije riendo —. Bueno, me voy a cenar, que se ha quedado Saray.

Mis padres compartieron una mirada cómplice y luego la desviaron hacia mí, sonriendo.

—¿Qué? —pregunté alzando una ceja.

—Nada —respondieron al unísono.

—Bueno, hasta mañana. —Me despedí.

De camino a la cabaña, me encontré con un par de voluntarios, a los que les deseé buenas noches.

Al cerrar la puerta tras de mí, el olor a madera mezclado con el de las gulas que Saray estaba preparando gobernó mis fosas nasales.

—Espera, te ayudo.

Puse la mesa y saqué los productos para alinear la ensalada.

—¿Qué tal por Mallorca? —preguntó Saray cuando nos sentamos para cenar.

—Muy bien la verdad —reí al recordar el encontronazo de Hugo con los de chiringuito —. A Hugo casi lo mata un camarero por ligar con su novia. Fue descojonante.

—No jodas. —Ambos reímos.

Y así empezó una conversación sobre mi viaje. Pero yo quería saber cómo había estado ella.

—¿Y tú?, ¿cómo has estado?

—Bien. Me he acabado el "Arte de ser nosotros". —La emoción iluminó su rostro —. Me ha encantado, se ha convertido en mi libro favorito.

—Sabía que te iba a gustar.

—Me he enamorado completamente de Logan Turner.

—Vaya —Reí —, al final me pongo celoso. —Bromeé.

Negó con la cabeza, sonriendo.

—Bueno, recogemos esto y me voy a ir a dormir, mañana me levantaré pronto para dar paseos y después tengo que ir a casa —dijo levantándose de su silla.

—Vale.

Recogimos la mesa rápidamente y subimos para ir a nuestros cuartos.

—Bueno, buenas noches —dijo tímidamente.

—Saray, espera. —Se giró hacia mí—. Cuando te despiertes avísame, así vamos juntos con algunos perretes de paseo.

—Vale. —Asintió feliz—. Buenas noches. —Se acercó a mí y me dio un suave beso en la mejilla.

—Buenas noches. —Le sonreí y cada uno se metió a su cuarto.

Aunque, por dentro, estaba deseando irme con ella al suyo.

El despertar de la pasión (Déjate llevar, 1) TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora