Saray
—¡Venga, chicas, que parecéis unas tortugas! —grité para que me escucharan.
Estábamos yendo a una pequeña zona que descubrimos un año atrás donde había un río y varias mesas, pero nunca había nadie.
Aquel lugar se encontraba un poco lejos de nuestro pueblo, por lo que tuvimos que ir en bici.
Coral y yo íbamos más adelantadas que Estela, Alba y Mara, que pocas veces la cogían.
Llegamos al cabo de media hora. Estaba vacío.
—No entiendo cómo nunca hay gente, si está super bien —dije.
—Mejor para nosotras, más tranquilidad —Mara dejó su bici apoyada en un tronco.
Nos sentamos en una mesa a la sombra. Coral trajo un mantel y lo extendió.
Habíamos decidido comprar cosas para comer que empezasen con la letra de nuestro nombre. Se le ocurrió a Estela al verlo en tiktok.
Coral compró chocolate y cerezas, Alba aceitunas y albóndigas de su madre, Estela hizo una ensalada y compró una empanada de atún, Mara un surtido de fruta con mango, manzana, moras y melón, y yo hice unos sándwiches.
Cuando acabamos de comer, aprovechamos y nos bañamos en el río, que lucía limpio.
Jugamos, hicimos el tonto y reímos.
Pero, como era de esperar, mis amigas sacaron el tema.
—Bueno, Saray, infórmanos, ¿has vuelto a hablar con Marco? —preguntó Mara cuando salimos del agua.
Nos sentamos en una toalla grande, sobre la hierba.
—Sí, se ha ido ayer a Mallorca, va a estar una semana —me limité a responder.
—¿Habéis hablado sobre lo que pasó en Kerala? —quiso saber Estela.
—Me dio explicaciones. Yo le dije que no hacía falta, que no éramos nada, pero él quiso dármelas.
—Vaya, quién lo diría, Marco dando explicaciones —se sorprendió Alba.
—Prácticamente no queda ningún tío que quiera hablar las cosas, que suerte —añadió Estela
—Casi nos besamos —dije sin pensar
Todas menos Coral, que ya lo sabía, gritaron.
—Esto no me lo esperaba —dijo Estela.
—¡¿No jodas?! —exclamó Alba.
Asentí.
—Tía, le gustas —afirmó Coral
—Le llamó su amigo, menos mal.
—¿Por qué menos mal? —preguntó Mara.
Miré al suelo.
—Saray, nos lo puedes contar, somos tus amigas —dijo Estela, poniendo una mano sobre mi hombro.
—Es que estoy muy confusa —suspiré —. Creo... creo que me gusta. Un poco —admití.
Todas me miraron sorprendidas, menos Coral.
—Ostia, esto me lo esperaba menos aún —Estela se llevó una mano a la boca.
—Bueno, si os gustáis ambos, no hay ningún problema.
—Sí que le hay, Alba —suspiré —. Sabéis que siempre he evitado esto. No sé cómo funciona. Tengo mucho miedo.
—¿De qué? —preguntó Mara.
—De enamorarme —las lágrimas se agolpaban en mis ojos, amenazando con salir —. De enamorarme y que me rompan el corazón.
Mis amigas se acercaron y me abrazaron al ver que estaba a punto de llorar.
—Ey, no llores, Saray —Estela me limpió varias lágrimas que deslizaron por mi mejilla sin poder evitarlas.
—Neni, te voy a decir una cosa. En la vida vas a sufrir y es algo que no vas a poder evitar. No pienses en el futuro, vive el ahora y disfrútalo —dijo Alba.
—Eso es, tía. Déjate llevar, y lo que tenga que pasar, pasará —añadió Mara.
—Es que, os he visto sufrir tanto por esta mierda—hablé.
—Saray —Coral atrapó mi mano —, intenta dejar de pensar en lo que nos ha pasado a nosotras, no tiene por qué pasarte a ti. Y, además, se nota que a Marco le gustas.
—Sinceramente, no le veo capaz de hacerte daño —dijo Estela.
—En la disco se le veía preocupado —añadió Alba.
—Bueno, dejemos el tema —me limpié las lágrimas —. Mejor hablemos de otra cosa, por favor.
Necesitaba despejar la mente, no pensar ni en Marco ni en lo que empezaba a sentir por él.
El resto del día nos lo pasamos escuchando música y jugando a las cartas.
Volvimos a casa después de ver el atardecer.
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El despertar de la pasión (Déjate llevar, 1) TERMINADO
Novela JuvenilTodos sabemos que el amor es incontrolable, al igual que es incontrolable elegir de quién nos enamoramos. Saray nunca antes se había enamorado, y no tenía pensado hacerlo. Siempre había visto a sus amigas sufrir y no quería pasar por lo mismo. Marco...