Paula Faurré y Marta Flores no podían ser más distintas entre sí por lo que lo más esperable en sus vidas era que jamás llegaran a siquiera coincidir en el mismo espacio-tiempo. Sin embargo, en contra de todo pronóstico, sucedió. No una ni dos sino miles de veces durante más de tres años en donde ambas no eran más que un nombre o un saludo en los labios de la otra. Hasta que un día todo cambió y se creó el primer eclipse entre sus miradas, marcando con ello el comienzo de esa primavera inesperada que ninguna de las dos esperaba en sus vidas. Pero a veces lo más complicado del cambio de estación no es la nieve que se derrite en el camino sino que más bien, lo es saber qué hacer con todas las hojas secas que la temporada pasada dejó.