"¿Cuánto te debo por el café?" "Uno cincuenta." Juanjo le miró y el hecho de que no le estuviera devolviendo la mirada le inspiró confianza. "¿Y por invitarte a cenar?" Martin levantó la cabeza y se le quedó observando lo que Juanjo sintió que fueron como cinco décadas. "Uno cincuenta." Dijo completamente serio. "El sábado estoy libre"