El camino de la discoteca al piso con Denna, fue largo. Demasiado largo para la distancia que era, en realidad. Denna se paraba por cada gato que veía para ver si se lo podía llevar a casa. Martin la agarraba del brazo para obligarla a andar y soltar al pobre animal que la miraba con cinismo.
"¿Por qué no nos los podemos llevar, Martin? Eres horrible."
"Porque tienen amigdalitis." Miró al gato y le miró a él, suplicando ayuda o lo que Martin interpretó como una llamada de auxilio.
"¿Pueden tener amigdalitis los gatos?"
"Claro. Y tendinitis."
"Creo que eso no es una enfermedad."
"Sí que lo es. Suéltalo."
El gato maullaba cuando Denna lo dejó, huyendo bajo un coche en el momento que pisó el suelo. Martin no escuchaba los balbuceos de su amiga, demasiado borracho todavía para dar pensamientos coherentes. Intentaba seguir las líneas de los adoquines, de puntillas y tiritando por el frío nocturno. Denna se le pegó a la espalda mientras susurraba lo mucho que quería teñirse de pelirrojo y Martin luchó por no caerse. Caminaron hasta el apartamento, lentamente y tambaleándose, con el brazo de Martin sobre los hombros de Denna. La noche era oscura y vacía, las estrellas apenas visibles y calles llenas de hojas secas. Al entrar al piso, la dejó pasar primero y se tropezó con un paraguas apoyado contra la puerta. El paraguas de Juanjo. Sonrió ante el recuerdo. Se giró hacia Denna, preparado para preguntar sobre su aventura con Alex, pero se la encontró dormida en el sofá completamente vestida. Suspiró y la tapó con una manta. Agarró el móvil por inercia, sentándose en una de las sillas de la cocina. Una notificación destacó en su pantalla y vio que Juanjo le había empezado a seguir en sus redes sociales.
Se levantó para coger un vaso de agua mientras los efectos del alcohol le movieron a escribirle. Abrió su perfil.
¿Sabes cuál es el colmo de un ciego?
Pensó que era efectivo. Directo y llamativo. Lo suficientemente discreto para que no supiese que iba parcialmente borracho. Bebió el agua y su móvil vibró al segundo. Le extrañó la rapidez siendo prácticamente las siete de la mañana pero no se quejó.
¿Cuál? ¿Llamarse Lázaro?
Martin frunció el ceño. ¿Qué tiene que ver Fernando de Rojas aquí?
¿Y tú estudias literatura? Fernando de Rojas escribió La Celestina, el Lazarillo es anónimo.
No estudio literatura.
Bueno, lo que sea. El colmo.
Sorpréndeme.
Vivir en el noveno B.
Juanjo no respondió al segundo, lo que dejó a Martin margen para la imaginación. Quizás se sintió abrumado por sus dotes humorísticos y tuvo que pensar una respuesta que llegase a su altura. O le había podido el sueño. Eventualmente respondió algo que hizo a Martin reír y le mantuvo en línea hasta que se quedó dormido con el móvil en las manos.
A la mañana siguiente, se despertó con un intenso dolor de cabeza y una corriente fría entrando por la puerta. Se acurrucó más en la cama, el recuerdo de que era domingo obligándole a cerrar los ojos de nuevo. Respiró hondo y durmió un rato más hasta que el hambre le despertó, levantándose a duras penas. En el salón hacía aún más frío y sus pies descalzos se congelaron tanto que le dolía pisar. Denna seguía en el sofá y fue a despertarla para que se fuera a la cama. Lo hizo, deambulando pesadamente con los ojos cerrados hasta su habitación. Martin preparó algo para almorzar y se tomó una aspirina. Llovió prácticamente toda la tarde, oscureciendo todo el piso y enfriando las paredes. Martin se obligó a estudiar un poco.
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Fanfiction"¿Cuánto te debo por el café?" "Uno cincuenta." Juanjo le miró y el hecho de que no le estuviera devolviendo la mirada le inspiró confianza. "¿Y por invitarte a cenar?" Martin levantó la cabeza y se le quedó observando lo que Juanjo sintió que fuero...