Eran las diez de la mañana y Juanjo se encendió su primer cigarro del día. Era un domingo helador y lo primero que hizo fue tomarse un café que le calentó los intestinos. La noche anterior él y Alex salieron a una discoteca cerca del piso, con su amigo agarrándole de la mano y diciendo cosas sin sentido. "Hoy triunfas, Juanjo. Lo presiento."
Pero Juanjo no tenía intención de triunfar en nada esa noche, aunque no le contradijo porque su amigo lucía tan contento que no supo que decir. También avisaron a Bea y se añadió al plan un poco más tarde. "Si me invitáis a un cubata me llego." Les prometió y como a Alex le gustaba estar con la mayor cantidad de gente posible, se lo pasó.
Al llegar, Juanjo ya se había arrepentido cinco veces mentalmente de estar allí, pero no tuvo tiempo de pensar porque Alex le estaba empujando hacia la puerta. Allí, se pidió una cerveza que le heló los dedos de la mano y le enfrió el estómago al tragar, le dio que pensar y se centró en eso. Al rato, Alex le pidió un cigarro y Juanjo supo que era para preguntarle a alguien si salía a fumar. Nunca entendió esa táctica pero se lo dio igualmente y vio como su amigo se acercaba a una chica morena que bailaba lentamente. Le dio un trago a la cerveza y cuando volvió a mirar ya no estaban. Sonrió por su amigo y miró a la gente de la discoteca, apoyado desde la barra.
Vio a un chico susurrándole algo a una chica en el oído. Juanjo se preguntó que sería lo que le habría dicho porque la chica soltó una carcajada estruendosa. Luego, pensó que quizá solo estaban tonteando y que probablemente no fuera tan gracioso. Frunció el ceño y se fijó en que la chica era muy guapa, demasiado guapa para el otro chico. En un momento, le devolvió la mirada y se miraron fijamente, la chica sonrió con una boca extraña en el cuello y le guiñó el ojo. Juanjo se dio la vuelta y notó que había estado aguantando la respiración.
Tuvo la urgente necesidad de fumar y se abrió paso entre los cuerpos pegajosos y sedientes de deseo ajeno. La música le taladraba los oídos pero a Juanjo no le importó mucho porque no sabía que música era.Al salir, el aire frío le empujó las mejillas hacia dentro y no sintió su nariz. Cuando respiró hondo, sus pulmones se enfriaron y sintió sus vellos erizándose uno por uno. Miró a su alrededor y vio distintos grupos de chicas; unas aguantando el pelo de otra arrodillada; otras también fumando, que le miraron de vuelta. Juanjo se preguntó que estarían estudiando y sí serían de allí. Quitó la mirada porque no quería parecer un acosador y se sintió tonto.
Se apoyó en la pared, cuidadoso de no encontrarse a su amigo y a la chica con la que estaba. Miró su móvil y vio que eran las tres. Bea no tardará en llegar, pensó. Al instante, su móvil vibró y un mensaje de Bea brilló en la pantalla. "No podré ir al final, lo siento. Mi gato se ha puesto a vomitar como loco y tengo que ir al veterinario. Ha vomitado en todos mis zapatos. Alex me debe un cubata. Pásatelo bien." Y muchos corazones de diferentes colores.
Frunció el ceño con pena, pensando en el gato de Bea y el poco tiempo que le debía quedar vivo. "Oh, lo siento por tu gato. No te preocupes, nos vemos el lunes." Le escribió y apagó el móvil. Le dio una calada al cigarro e hizo un esfuerzo por amoldarse al frío. Lo sintió en todos sus miembros de una manera acogedora. En su mente, lo comparó con un abrazo de un cubito de hielo.
Pensó en Alex y la chica con la que probablemente estaba y sonrió. Se alegraba por él y su capacidad de ligar. No se sintió traicionado por haberle dejado solo porque, aún sin haber salido, sabía que estaría despierto a esta hora. También recordó la chica que le había guiñado el ojo y miró alrededor por si estaba cerca. Se preguntó si estaría ligando con él y se sintió un poco mal por haberla dejado con otro tío del que probablemente se quería librar. Se asomó a la puerta e intentó dibujarlos entre la marea de gente bailando, pero fue imposible. Le mandó buena suerte mentalmente y se volvió a apoyar en la pared.
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hits different
Fanfiction"¿Cuánto te debo por el café?" "Uno cincuenta." Juanjo le miró y el hecho de que no le estuviera devolviendo la mirada le inspiró confianza. "¿Y por invitarte a cenar?" Martin levantó la cabeza y se le quedó observando lo que Juanjo sintió que fuero...