viernes

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Juanjo salió de clase más temprano de lo normal. Su profesor había tenido una indigestión y avisó de que no iba a asistir diez minutos antes, por lo que en realidad solo tuvo clase de Contemporánea. Clase que podría haberse saltado si su profesor hiciese bien su trabajo y tuviera un poco más de compasión por sus problemas intestinales.

Salió de la facultad algo malhumorado pero sin ganas de estar solo, así que se apoyó en la pared y esperó a que los de Estadística terminaran. Se encendió un cigarro y pensó cómo es que Historia y Estadística compartían un mismo campus. Luego pensó en Alex y cómo se metió en esa carrera si nunca se le dieron bien las matemáticas.

Durante el primer año de carrera experimentó de primera mano cómo su amigo lidiaba con asignaturas completamente infumables con el mejor de los ánimos mientras que él luchaba ferozmente con el impulso de colgarse de una soga en medio de clase de Epigrafía. Era un misterio como Alex llevaba adelante sus estudios por la mañana a la vez que trabajaba en la peluquería de su padre por la tarde, yendo a la biblioteca nocturna casi todos los días en épocas de exámenes. Ni siquiera le gustaba su carrera pero la encaraba con determinación y diligencia, y con mayor humor del que Juanjo podía llegar a aspirar.

Le vio de lejos y sintió una pequeña ola de admiración y sentimiento de orgullo que guardó en el fondo de su mente para otro momento, porque eran las diez y media de la mañana y necesitaba con urgencia no hablar y una napolitana de chocolate.

Cuando se acercó le dio la mano y le tiró para un abrazo. "¿Ya has salido? Qué temprano. Espera, ¿has salido de clase para fumar?" Dijo con desaprobación. "¿Sin mí?"

"Creo que voy a dejar la carrera." Dijo completamente serio. Alex le quitó el brazo del hombro y se tensó, aunque si estaba sorprendido no dio signos.

"Joder, ¿ya? Pensaba que ibas a aguantar un poco más. Vale, mira he mirado algunos grados que te podrían gustar también. Espérate que encuentre el móvil, a ver." Soltó mientras se quitaba la mochila y rebuscaba dentro. Juanjo se ofendió un poco y se preguntó si de verdad era tan poco perseverante con las cosas. "Era coña, Alex."

"Ah." Juanjo sintió que fue ahora el momento en el que su amigo se sorprendió de veras. "Es que como siempre dices que odias tu carrera." Se encogió de hombros y se colocó la mochila.

"Pero planeo acabarla, cabrón." Dijo mientras se reía y le daba una calada al cigarro. "¿Cómo es que tienes grados mirados ya? ¿No tienes una carrera que sacarte cómo para estar maquinando sobre mis planes de futuro en el caso de que yo no termine la mía?"

"Pues porque es mejor prevenir que curar, ¿sabes? He visto un grado de payaso perfecto para ti"

"Yo respeto mucho el oficio de los payasos. Eres un clasista denigrante con los trabajos que no llegan al salario mínimo" Dijo mientras empezaba a andar. "¿Qué tal las clases?"

Juanjo no odiaba su carrera, no realmente. Le encantaba la historia desde pequeño. Desde que su madre le narraba fenómenos históricos antes de dormir, en lugar de cuentos y príncipes inventados. Desarrolló un interés especial en los hechos reales, en las guerras monárquicas y lucha de clases; en el pensamiento racional a través de la historia y conocer a figuras que nadie conoce pero fueron clave para el desarrollo humano.

Empezó a leer libros más densos cuando tenía catorce. Desde novelas sobre la caída del Imperio Romano y Babilónico, hasta ensayos dedicados al auge de los fascismos europeos a mitad del siglo XIX. Pasaba sus días encerrado en guerras coloniales mientras sus amigos ligaban en el parque debajo de su casa. A veces se asomaba y reflexionaba sobre que quizás debería estar con ellos, creando recuerdos para su que yo del futuro pudiera pensar en su juventud con cariño y nostalgia. Después, cerraba la ventana y seguía leyendo.

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