lunes

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Martin salió de la universidad, calentando las palmas de sus manos con su aliento y se colocó mejor la bufanda que tenía sobre los hombros para que le tapase la nariz. Había perdido a su amiga de camino a la salida pero supuso que estaría en la cantina. Esquivó a la muchedumbre y esperó a Denna leyendo en un banco delante de su facultad. Al rato, vio a la rubia salir y le silbó. Una corriente helada le subió por la espalda y pensó en comprarse más camisetas térmicas antes de que terminase el invierno. Su amiga se acercó con un café en la mano y se lo dio cuando la tuvo enfrente. "Bebe un poco. Aunque a lo mejor te sienta mal, no es desnatada y lleva azúcar."

Martin se encogió de hombros porque realmente le daba igual. Quería beber algo que le calentara por dentro y no le importaba pasar más tiempo en el baño. La mano se le calentó con el tacto del cartón y tuvo cuidado de no quemarse. Le dio un sorbo y arrugó la nariz. "Yo los hago mejores." Se levantó y Denna entrelazó sus brazos mientras andaban.

"La presentación del trabajo te ha salido bien."

"No mientas."

"Te ha salido fatal, es verdad." Le dijo arrepentida, sin esconder una sonrisa. Y era verdad. Se quedó trabado y en blanco a mitad de la presentación y no supo que más decir. Logró volver a coger el hilo de manera mediocre e hizo lo que pudo para terminarla decentemente. La profesora le miró por encima de las gafas pero no le dijo nada. Martin se sentó, sintiendo la vergüenza en sus vasos sanguíneos y recorriendo su cuerpo de arriba abajo.

"No voy a volver a salir por ahí, te lo digo. Voy a intentar sacarme cuatro asignaturas, al menos. No quiero repetirlas todas en junio. Además, tengo que organizarme con Bea y todo eso."

Denna asintió efusivamente. "Claro, claro. ¿Cuándo entras?" Martin tuvo la sensación de que se lo dijo más para tranquilizarlo que porque lo pensara realmente.

Miró el reloj de su muñeca. "A las tres. Podemos comer juntos, si quieres."

"En realidad, no quiero. Pero haré el esfuerzo. Por ti y por mí. Por nosotros. Por nuestro futuro juntos." Martin la miró y le dijo que daba vergüenza ajena. Denna se rio y le abrazó por la cintura. Caminaron hasta el metro, hablando sobre como los árboles parecían personas. Hubo un momento donde el sol iluminó por completo la cara de Denna y ella le miró entrecerrando los ojos. Martin pensó que parecía irreal y sintió una oleada de cariño por todo su pecho. Le acarició el pelo y la atrajo más cerca. No pudo evitar sonreír en el único rayo de sol de invierno. Deseó que el tiempo se apiadase de él y alargara el momento hasta que no respirara más.

En el metro se sentó enfrente de Denna y se pasaron el trayecto haciéndose caras raras mientras la gente les miraba de reojo. Cuando llegaron, salieron riéndose de los zapatos de las personas que se iban encontrando y cogidos de la mano.

Pidieron unas pizzas y aprovecharon el tiempo para estudiar Dramática en voz alta, sin pensar mucho en si lo que estaban diciendo tenía sentido o no. Al rato, se levantó y se despidió de Denna con un beso. Ella le dijo que intentara echar a la mayor cantidad de gente posible para que estuviera más tranquilo trabajando. Martin le prometió que lo intentaría y cayó en que su amiga nunca había ido a la cafetería.

"¿Por qué no vienes algún día? Te atiborraría de napolitanas y cafés con leche entera."

"Yo soy más de cocktails. Sácate un trabajo en un bar y nos veremos allí."

Martin rodó los ojos. "Encima que traigo el dinero."

"Como el buen hombre de la casa que eres." Le dijo, sin levantar los ojos del libro.

Martin llegó tarde al trabajo porque en el metro hubo una avería que le hizo retrasarse quince minutos. De camino a la puerta, vio al amigo de Bea sentando en una mesa, leyendo un libro extremadamente grueso y fumando con cara de concentración. Martin le miró de lejos. Pensó que no era feo y sintió un poco de lástima por él. La forma de sus hombros y las arrugas de su frente le hacían pensar que siempre tenía reflexiones pesadas rondando por su mente. Le causaba un poco respeto por lo alto que era. Dudó en acercarse a saludar pero no se atrevió. En el fondo, no le conocía apenas y había algo en como le miraba que le molestaba ligeramente; siempre apartándole la mirada. Corrió hacia la puerta antes de que le viera y se encontró a Bea con los brazos en jarras.

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